Rav Arie Natan
Visiones

Parashat Tazría

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Conceptos de un universo diferente.

"Y lo verá el Cohén, si se extendió la mancha en la piel lo impurificará el Cohén, esto es leprosidad". (Vaikrá 12,8)

En esta sección semanal de la Torá ingresamos a un tema lleno de conceptos de un universo diferente, lejano de nuestra vida cotidiana y por este motivo carecemos de una sensibilidad apropiada para comprender totalmente el tema. No obstante con los instrumentos que el Creador nos proporcionó para estudiar su Torá trataremos de observar alguno de estos conceptos y darles el marco correspondiente dentro de nuestra experiencia personal, dentro de nuestras propias vivencias como todos los demás campos de la sabiduría divina, también este dibuja nuestra personalidad.

Debemos, metafóricamente, despegar tanto en esta parashá como en la siguiente a un mundo distinto, a un universo lejano, como si tuviéramos que hacer un viaje a una Atlántida espiritual. Allí nos encontraremos con una civilización especial, cuyo sistema de criterios y normas son distintos a los cotidianos que nos envuelven en "nuestra" realidad. Este sistema, que en el núcleo de su forma de vida se ubica la.... leprosidad, es un punto de referencia para una advertencia, gigante e influyente. Así leemos el programa de este universo:

"Cuando una persona tenga en la piel de su carne, un tumor o soriasis o vitíligo, y sean estos, en la piel de su carne, como una llaga de leprosidad, será traído donde Aharón el Cohén, o donde alguno de sus descendientes... y verá el Cohén la llaga... Si el aspecto de la llaga es más profundo que el de la piel – esto es llaga de leprosidad." (Vaikrá 13,2)

En caso que el Cohén decida que los síntomas describen el marco de la leprosidad espiritual de la cual la Torá nos advierte, tal persona recibirá la definición de impuro junto con las reglas que rigen en tal caso y que la Torá declarará en la continuidad de la parashá.

"Pero si el aspecto es de un vitíligo blanco... el Cohén confinará al hombre que tenga la llaga – siete días... si la llaga se mantiene sin extenderse... el Cohén lo confinará otros siete días más... y si se extendió la soriasis en la piel... lo impurificará el Cohén, esto es leprosidad". (Ibíd.)

Si se da la situación que estas manchas no se extienden sobre la piel o no muestran los aspectos de las llagas que impurifican, el Cohén decidirá que se refiere a una enfermedad de tipo físico y no a la leprosidad espiritual de la cual tratan estas secciones de la Torá.

Estos pasajes de la Torá y los conceptos que contienen son un ejemplo de todo el tema en su extensión y complejidad, términos como "llaga", "leprosidad", "vitíligo", "soriasis", etc. Son formas diferentes de cambios que se presentan en la pigmentación de la piel y en sus tejidos, cuya aparición es sorpresiva y sospechosa. Como indica la Torá una vez que estos fenómenos se presentan, la persona debía presentarse delante de un Cohén, quien decidirá finalmente si se trata de una advertencia moral (leprosidad), o de una enfermedad cutánea común.

Como hemos ya indicado, la decisión del Cohén era fundamental para definir el marco dentro del cual se contemplaban estos cambios en la pigmentación de la piel, es claro por lo tanto, que no nos encontramos frente a una enfermedad de carácter netamente médico; sino frente a una manifestación espiritual sobre el propio cuerpo humano, es decir en este universo diferente en el que hemos ingresado la comunicación entre la realidad metafísica y la realidad física está presente intensamente. Si es así, ¿Cuál es entonces el contenido de esta comunicación? ¿Qué nos quiere decir la realidad espiritual cuando una persona experimente cambios en el color de su piel...?

Aquí, en este punto, se expresa uno de los encuentros más impresionantes con esta otra cultura. La cultura de esta sociedad elevada no conocida por nosotros, suele ser mucho más paradójica si contemplamos dos de los personajes más sobresalientes del tanaj, sobre los cuales recayó esta leprosidad: Moshé y su hermana Miriam. En ambos casos además se identificó la causa de esta fenómeno en ellos: el pecado de lashón hará (maledicencia). Por esto han llegado los sabios a la siguiente conclusión:

"Dijo Rabí Yosé Ben Zimrá: todo el que habla lashón hará llagas vienen sobre él... Dijo Resh Lakish: ¿Cuál es el versículo que lo enseña? "Esta es la ley del leproso (metzorá)" Es decir esta es la ley del que saca mal nombre (motzí shem ra)"

La forma en que los sabios explican el tema presenta uno de los fundamentos de la Torá de Israel, el hecho que se tome conciencia que los fenómenos materiales son sólo una parte de los acontecimientos universales. Por medio de ellos y paralelos a ellos, existen también fenómenos espirituales, que no son necesariamente percibidos por los sentidos humanos. No solo esto sino que en el hecho material evidente a la percepción sensorial, se observa un contenido espiritual, oculto detrás de los simples hechos. También la leprosidad del Tanaj, corresponde a esta categoría, incluso su manifestación concreta sobre la piel del hombre es una reacción a la llaga ética del lashón hará, que está cambiando la "pigmentación" del espíritu del tal individuo.

Nos enseñaron además nuestros sabios, que la leprosidad no es una ley natural que afecte a todos por igual. Esta era un privilegio de los hombres grandes, de personalidades especiales. Existen relaciones interactivas entre el cuerpo y el alma, del mismo modo que la sensibilidad ética de la persona es mayor, también se observa este nivel sobre su propio cuerpo, que funciona como un polígrafo muy sensible a cualquier situación no correcta. Como una especie de ejemplo, podemos imaginarnos a una persona que posee una piel muy sensible, que sufre de alergia, de los cambios climáticos y del contacto con elementos químicos más que el resto de las personas; así hay personalidades que la sutileza de su espíritu es más "sensible" a los pecados que puedan realizar, y como existe ser humano que no cometa errores, estos se manifiestan incluso abiertamente, como manchas en su piel.

Por lo tanto no es sorprendente, que las almas elevadas y limpias de todo posible pecado de Moshé y de Miriam, por ejemplo, fueron afectadas duramente incluso de la sombra de una expresión definida como lashón hará, incluso hasta que sufrieron sobre su cuerpo la presencia de la leprosidad. La presencia de esta enfermedad espiritual en ellos, conmovió por completo su conciencia y los hizo inmediatamente volver a su pureza original. Por este motivo, veían las personas de elevado espíritu una bendición en el hecho que se presentase la leprosidad; como encontramos testimonios en el Talmud sobre el versículo que declara: "He mandado una llaga de leprosidad..." (Vaikrá 14, 34)

"Es una buena noticia para ellos que las llagas vengan sobre sus cuerpos" (Horayot 10,1)

Por que para ellos era una buena noticia, para ellos; para los hombres miembros de una cultura elevada, una cultura que era la pureza su definición, y en especial una pureza que se manifestaba en la limpieza de índole social. Entre los miembros de este universo, las relaciones humanas que se daban entre ellos, estaban corregidas hasta niveles que hoy nos son difíciles incluso de pensar, no habiendo en ellos incluso la mención de una infamia contra alguien, de una expresión peyorativa. Por este motivo obtenían un beneficio muy grande de estos síntomas; si una persona se tropezaba con un pecado ínfimo (así se podría considerar al pecado de lashón hará) lo avergüenza la leprosidad delante de los ojos de todos. Sin embargo hombres de personalidades espirituales se alegraban de la aparición de estos síntomas que impedían que sus errores sociales quedaran ocultos, lo que hubiera llevado a la auto justificación de sus acciones y por ende a una caída moral mayor. Con medios así para evitar la degeneración de tipo social, le era fácil a un grupo humano así mantener sus nivel de convivencia dentro de marcos elevados y espirituales.

Es importante recalcar que la aparición de la leprosidad era una reacción de tipo espiritual para pecados que se enmarcaban en situaciones sociales, para el gran error social: hablar mal de los demás, quien así lo hacía era declarado "impuro".