Rav Josef Elías
Pesaj

Experimentando la Redención

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Vigoricemos el séder de Pésaj

En medio de las atrocidades de los campos nazis los judíos arriesgaban toda posibilidad de sobrevivir por un breve y triste Séder. Incluso en hogares alejados de la tradición judía las familias se reúnen la noche de Pésaj en respuesta a un profundo deseo vivo que son incapaces de expresar. La observancia de Pésaj, y del Séder en particular, está arraigada en lo más recóndito del corazón judío.

¿Por qué? ¿Qué significado tiene el Séder? ¿Puede acaso considerarse simplemente como una conmemoración de acontecimientos, desde el amanecer de nuestra historia, pasando por un pesado conjunto de oraciones, textos bíblicos, rituales y costumbres? Es así como la gente comprende generalmente el Séder, aunque se lea la Hagadá y se tome el vino. Pero está muy equivocada.


Experimentemos la redención

"Toda generación tiene la obligación de verse como si ella misma hubiese salido de Egipto". (Hagadá)

Lejos de ser una conmemoración de antiguos acontecimientos, la noche de Pésaj tiene como finalidad una profunda experiencia personal. Requiere que formemos parte de un acontecimiento que tiene importancia trascendental para nosotros, para nuestro pueblo, y para toda la humanidad, para así poder ayudar a comprender el destino del mundo en que vivimos. ¿Pero cómo podemos participar esta noche en algo que sucedió hace 3.000 años?

La Tora denomina nuestros -festivos- como Mo\'adim o días de encuentro con Di-s. Cada una de nuestras fiestas trae consigo un mensaje divino, basado en su significado histórico.

Por lo tanto, Pésaj transmite el mensaje divino de nuestra liberación de Egipto (Rabino S. R. Hirsch). Pero estos mensajes no nos provienen de un pasado lejano y distante, sino que nos encontramos hoy en día frente al acontecimiento histórico que originó la festividad.

Nos es difícil comprenderlo porque estamos acostumbrados a considerar el tiempo como algo que se extiende en una larga línea que va de un pasado oscuro, que ha desaparecido para siempre, a un futuro impredecible. Por ello los acontecimientos del Éxodo de Egipto nos parecen pertenecer a un pasado lejano.

Sin embargo, al pasar los días y las estaciones, no avanzamos en línea recta dejando el pasado atrás. Nos movemos en un circulo o, mejor dicho, en un espiral y por eso, año tras año, pasamos siempre por las mismas estaciones, los mismos momentos históricos de encuentro con Di-s que experimentaron nuestros antepasados (Mijtav Me Eliyahu). Por ello cuando agradecemos a Di-s por los milagros que definieron nuestra historia, no hablamos de grandes acontecimientos de aquellos tiempos sino de este momento, mostrando así que aún participamos en ellos.

Asimismo, cuando los judíos estudian toda la noche de Shavuot, no conmemoran simplemente el hecho de que Di-s haya entregado la ley en el monte Sinaí; se preparan para recibir la revelación anual de Di-s. Cuando se sientan en el suelo para Tishá Beav, vuelven a revivir la tragedia. Y cuando encienden la menorá para Jánuca, se sumen en un período de luz sagrada. El Rabino Moshé Jayim Luzatto lo resume de la manera siguiente:

\"Cualquier meta que se alcance, cualquier luz que haya brillado en un época determinada, cuando vuelve a llegar ese tiempo, la luz resplandecerá nuevamente, y los frutos de ese logro serán recibidos por todo aquél que esté allí para recibirlos\". (Dérej Hashem)

Por lo tanto, cada estación del año posee emanaciones de santidad únicas; el ciclo del año nos permite intentar revivir los grandes acontecimientos de nuestra historia y sacar de ellos fuerza e inspiración para el futuro (\"Sefat Emet\").

Sin embargo, Pésaj es antes que nada la época de nuestra liberación en este ciclo anual. El Rav de Brisk solía decir que Nisán (mes de la salida de Egipto) no era la época de nuestra liberación porque los acontecimientos de Pésaj caían dentro de este mes sino, que estos acontecimientos tenían lugar en Nisán porque era el momento que Di-s había escogido para nuestra salvación. Este fenómeno trasciende lo espiritual: durante Nisán, en el hemisferio norte la naturaleza se renueva, se libera del yugo del invierno y vuelve a brotar. Ese es el momento de nuestra liberación. Así en Nisán los manantiales de libertad, de liberación de la esclavitud, libertad para servir a Di-s, brotaron hace mucho tiempo en Egipto y aún siguen fluyendo fuertemente cada vez que llegamos en Nisán.

La historia de la esclavitud judía y de la redención en Egipto sigue latente en nuestra existencia, y así como señalan nuestros sabios, cada período de exilio en la historia de nuestro pueblo fue presagiado en nuestra esclavitud egipcia, y todo acto de liberación hasta que llegue el Mesías, está arraigado en la antigua redención que ocurrió durante la estación de nuestra libertad (la primavera).

Se nos pide que en la noche de Pésaj vivenciemos ese acontecimiento cataclísmico mediante el cual Di-s sacó a un pueblo de otro adoptándolo como suyo y mostrando así Su poder en el mundo

Para alcanzar esta meta y poder así revivir el pasado, nos sentamos -como ellos lo hicieron- a compartir el Séder, cena especial que marca la noche de redención.

¡Cuan poca justicia hacemos al desafío de Pésaj si nos sentamos a la mesa del Séder y recitamos mecánicamente la Hagadá! Esta noche no tiene como finalidad leer la Hagadá ni comentar una palabra o pasaje de la historia de Pésaj sino lograr captar y sumirse en los maravillosos conceptos de la Hagadá, ¡hasta lograr experimentar nuevamente este acontecimiento histórico! Por ello, el \"Shulján Aruj\" (código que reglamenta la práctica de las Leyes Judías) pone énfasis en el hecho de que, incluso terminada la lectura de la Hagadá, cada uno debe seguir estudiando las leyes de Pésaj y contando los milagros que acontecieron a nuestros antepasados, hasta quedarse dormido.

 

El presente artículo fue extraído de la revista El Kolel con autorización de sus editores.