En unos días observaremos el ayuno del 10 de Tebet, que nos recuerda el comienzo del sitio a Yerushalayim (Jerusalén). Este fue el primer paso que llevó a la destrucción de nuestro Templo, el Bet haMiqdash.
LA ADVERTENCIA DE JEREMIAS
Por muchos años, el profeta Yirmiyahu había advertido al pueblo acerca de su corrupción, sus actos de idolatría, la profanación del Shabbat y el abandono de la Torá. Yirmiyahu anunció que si el pueblo no cambiaba y mejoraba su conducta "el Bet haMiqdash sería destruido" por el rey de Babilonia, Nebujadnetsar.
Cuando Yirmiyahu anunció esto en el Bet haMiqdash, lejos de escucharlo, los sacerdotes y los líderes judíos quisieron ejecutarlo por blasfemia. ¿Cómo se atrevía un profeta a implicar que HaShem, Dios Todopoderoso, permitiría que Su Casa fuera destruida? Los Yehudim sabían que el ejercito de Nebujadnetsar se estaba acercando y estaba destruyendo las ciudades alrededor de Yerushalayim. Pero en vez de confiar en HaShem y hacer Teshubá (arrepentirse) depositaron su fe en una alianza política y militar con Egipto, la segunda superpotencia en esos tiempos.
El 10 de Tebet del año 589 antes de la era común, Nebujadnetsar comenzó a sitiar Yerushalayim con su poderoso ejercito. La situación era gravísima porque la falta de comida, primera consecuencia natural del sitio a una ciudad, se vio agravada por una tremenda sequía. La gente, desesperada de hambre, comía pasto seco, infestado con gusanos, lo cual comenzó a traer epidemias y enfermedades.
EL PUEBLO SE DESPIERTA
Fue en ese momento de desesperación que el rey Tsidquiyahu y el pueblo despertaron de su letargo y decidieron hacer algo al respecto. Recordando las palabras de Jeremías, los lideres judíos se reunieron en el Bet haMiqdash y le propusieron a Dios un pacto. Dijeron: "Vamos a liberar a nuestros esclavos.
Y Tú, por favor, libéranos del ejercito de Babilonia". Los esclavos hebreos eran individuos pobres que se habían endeudado con los ricos de Yerushalayim porque no podían pagar sus deudas, por la sequía o por la guerra, y ahora ellos y sus hijos estaban pagando sus deudas a través de la esclavitud. De acuerdo la Torá, sin importar si la deuda fue o no fue saldada, los esclavos deben quedar libres el séptimo año.
Pero a estos individuos no les importaba cumplir con esta Mitsvá y para no perder su dinero, esclavizaban a los pobres de forma permanente, como los hacían con sus esclavos los demás pueblos. Pero ahora, finalmente, habían recapacitado, se habían arrepentido de su accionar incorrecto y, como lo indica la Torá, declararon libres a sus esclavos. Esta vez depositaron su esperanza en HaShem, y rezaron para que los liberara del ejercito de Nebujadnetsar.
¡Y EL MILAGRO OCURRIÓ!
Así lo cuenta Yirmiyahu en el capítulo 37, Pasuq 5. “El ejército del Faraón partió desde Egipto [hacia Jerusalén], y cuando los babilonios, que tenían sitiada a Jerusalén, oyeron la noticia, levantaron el sitio de Jerusalén [y fueron a luchar contra los egipcios]. “
¡Yerushalayim celebraba! ¡El gran milagro había ocurrido! El ejercito enemigo había desaparecido, y las profecías "pesimistas" de Yirmiyahu no se habían cumplido. ¡Yerushalayim se había salvado!
Lo que ocurrió a continuación es difícil de creer y creo que deberíamos considerar este trágico episodio como la principal razón por la cual ayunamos hoy....
Cuando vieron que el ejercito de Nebujadnetsar abandonó Jerusalem, los aristócratas de Jerusalem tomaron nuevamente por las fuerza a sus esclavos, traicionando el pacto que habían hecho con HaShem solo unos días antes.
LO CONTRARIO DE TESHUBA
Este terrible error de nuestros ancestros está narrado en el capitulo 34 de Yirmiyahu, y se presenta como la gota que colmó el vaso, y precipitó la destrucción de Jerusalem.
El profeta dice en nombre de Dios:
34: 15 "[hace muy poco tiempo atrás], ustedes se arrepintieron e hicieron lo correcto ante Mi vista: cada uno de ustedes proclamó la libertad a sus hermanos esclavizados. Incluso hicieron un pacto conMigo, en la casa que lleva Mi nombre [el Bet haMiqdash].
34:16 "Pero ahora, ¡se arrepintieron [del pacto que hicieron conmigo] y han profanado Mi Nombre: cada uno de ustedes ha capturado nuevamente a los ... hombres y mujeres que habían liberado ... y los han forzado a convertirse nuevamente en sus esclavos.
34:17 "Por lo tanto, dice HaShem: Me habéis traicionado; no han concedido la libertad a sus propios hermanos. Y ahora la espada, las plagas y el hambre tendrán libertad [para perseguirlos a Ustedes y alcanzarlos] ...
En la dura batalla que se llevó a cabo en el Negeb, los egipcios fueron derrotados. Y Nebujadnetsar volvió a Yerushalayim con su ejercito. El hambre, las plagas y la muerte se apoderaron nuevamente de Yerushalayim.
Nuestros ancestros, en la desesperación, se arrepintieron de su mal proceder. Pero ni bien terminó el sitio a la ciudad, "se arrepintieron de su arrepentimiento", y traicionaron no solamente la Torá, sino también el renovado pacto que habían sellado con Dios.
Esta es la razón principal por la cual ayunamos hoy, el 10 de Tebet.
¿QUIÉNES AYUNAN Y QUIENES NO AYUNAN?
Los menores de edad: niños menores de 13 años y niñas menores de 12 años están completamente exentos de este ayuno.
Las mujeres embarazadas están exentas de este ayuno.
Mujeres lactantes. En muchas comunidades Sefaradíes la tradición es que después de dar a luz las mujeres están exentos de ayunar durante 24 meses, incluso cuando ya no están amamantando a su bebé.
En otras comunidades Sefardíes y en las comunidades Ashkenazíes sólo se excusa de ayunar a las mamás durante 24 meses si todavía siguen amamantando a sus bebés. Consulte con el rabino de su comunidad respecto a la costumbre a seguir.
Una persona que se siente mal, por ejemplo, con síntomas de gripe o fiebre, o una persona con una enfermedad crónica, como diabetes, no debe ayunar.
Las personas mayores de edad deben consultar con sus médicos para determinar si el ayuno afectará su salud. En cuyo caso están exentos de ayunar.
El ayuno del 10 de Tebet comienza al amanecer y termina al anochecer.