El diez de Tebet, un día de ayuno que nos recuerda tres trágicos acontecimientos en la historia de Israe. Uno de los eventos que recordamos es la muerte de Ezrá haSofer.
Setenta años después de la destrucción del Bet haMiqdash, aproximadamente en el año 516 antes de la era común, el emperador persa Ciro permitió a los judíos regresar a Erets Israel. 42.360 Yehudim volvieron a Israel, guiados por Zerubabel (véase Ezrá 2:64). Años más tarde, más judíos hicieron Aliá inspirados por Nejemiá y Ezrá el Escriba.
Nejemiá fue el líder que persuadió al nuevo emperador persa, Artajshasta, que permitiera a más judíos regresar a Sión, con el fin de fortalecer a la población judía de Jerusalem (ver Nejemiá, capítulo 1-2) y Ezrá tenía la enorme responsabilidad de reeducar a los judíos que vivieron durante tres o más generaciones en el exilio en Babilonia sin escuelas o sinagogas, en medio de la población local. Muchos judíos habían olvidado la Torá, sus leyes e incluso su lenguaje, y habían adoptado los valores de la cultura local.
En Yerushalayim, Ezrá estableció el Anshe Keneset haGedola, el primer Parlamento judío, compuesto por 120 sabios y profetas. Con ellos, Ezrá fijó un numero de resoluciones para revivir el estudio y el cumplimiento de la Tora, y reeducar al pueblo judío. Incrementó los días de lectura pública de la Torá, compuso el texto de la Amidá (oración principal) porque la gente se había olvidado de cómo orar correctamente, adaptó los nombres de los meses hebreos y modificó el tipo de letra (los \"fonts\") del texto bíblico (ketab ashurí) para facilitar el estudio de Tora, etc.
Ezrá también tuvo que tomar decisiones muy importantes, como la exclusión de los samaritanos, una población mixta semi-pagana que vivía en Israel desde los tiempos del destierro de la 10 tribus (722 b.c.e.) y pretendían ser considerados parte del pueblo judío. También tuvo que hacer frente a la cuestión de los matrimonios mixtos de muchos de los Yehudim que llegaron de Babilonia. Este último dramático evento es narrado en los capítulos 9 y 10 del libro de Ezrá. Gracias a la sabiduría de Ezrá, a su coraje y a sus principios, el pueblo judío fue capaz de sobrevivir y restablecerse nuevamente en Israel como la nación de HaShem.
Ezrá fue considerado por nuestros rabinos como el vínculo histórico entre la Torá escrita y la Torá oral. La Torá oral, los rabinos explicaron, fue olvidada en el largo cautiverio de Babilonia, y fue recuperada por Ezrá haSofer. Junto con Nejemiá, completaron la construcción del segundo Bet haMiqdash y construyeron los muros de protección alrededor de la ciudad.
Ezrá murió un 9 de Tebet. Fue considerado por nuestros rabinos como segundo a Moshe Rabenu.