El Shabat - El Tabernáculo del Tiempo
Éxodo 35:1 - 38:20
Comencemos con una divertida adivinanza de Torá: algunas mitzvot nosotros las cumplimos a través del acto de comer (por ejemplo: matzá en Pesaj), otras las cumplimos mediante el pensamiento (estudiar Torá). Algunas mitzvot las cumplimos hablando (el Shemá), y otras las cumplimos escuchando (el shofar en Rosh Hashaná). Pero hay ciertas mitzvot que las cumplimos con todo nuestro cuerpo, es decir, cuando nuestro cuerpo está completamente rodeado por la mitzvá. Intenta adivinar cuáles son antes de seguir leyendo…
Hay cuatro mitzvot cuyo cumplimiento requieren la inmersión de todo el cuerpo:
1 Sucá: en la fiesta de Sucot, la mitzvá de vivir en la sucá.
2 Mikvé: en el tiempo adecuado, nosotros nos sumergimos en las aguas purificadoras de la Mikvé.
3 La Tierra de Israel: es una mitzvá vivir en la tierra de Israel.
Todas estas son inmersiones en un lugar en particular. ¿Y la cuarta?...
El shabat. Cuando llega el shabat, nosotros nos sumergimos en una nueva dimensión, una dimensión de tiempo. De esta manera, el shabat es cualitativamente diferente. A diferencia de un lugar sagrado al cual debo viajar, el shabat es una santidad que llega hasta mí, una vez por semana, todas las semanas. Y mientras yo puedo alejarme de una sucá o dejar la tierra de Israel, el shabat tiene la estabilidad y la permanencia que trascienden las limitaciones del espacio. Está en todo lugar en el mundo, es una vacación sin cargo, sin necesidad de agente de viajes.
La santidad, sin importar qué forma tenga, es una sustancia metafísica que nuestras almas pueden percibir. Yo recuerdo un incidente que me ocurrió hace algunos años atrás en Jerusalem. Después de haber estado de viaje en América por dos meses, yo volví a Israel un día miércoles. Yo recién salía del avión, cuando vi a alguien que tomó un lápiz y comenzó a escribir. Instintivamente yo me dije: "Nosotros no escribimos en Shabat!". Pero luego recordé que era miércoles!
Más tarde yo me di cuenta que la experiencia de volver a Israel me había dado una sobrecarga de santidad, que intuitivamente la asocié con el sentimiento de shabat. La forma pudo haber sido distinta, pero la substancia fue la misma. Puesto que así como la tierra de Israel es santidad en el espacio, el shabat es santidad en el tiempo.
Al comienzo de la parashá de esta semana, Moshé reúne al pueblo judío y les dice lo siguiente:
"Pueden hacer melajá durante los seis días de la semana, pero el séptimo día será sagrado para ustedes, un shabat shabatón para D'os. Quien haga melajá en este día será sentenciado a muerte. No harán fuego en ninguna de sus moradas en el día de shabat" (35:2-3).
Porque el Shabat y el Templo son una sola cosa.
Los dos están ligados a una dimensión trascendental. Durante los dos mil años de exilio del pueblo judío, el shabat fue lo que sirvió como nuestro santuario. Como se dice habitualmente: "Tanto como los judíos cuidaron el shabat, el shabat cuidó a los judíos".
El Talmud (Shabat 73a) explica: la Torá yuxtapone el Shabat con el Tabernáculo para enseñarnos que aquellas actividades que eran necesarias para la construcción del Mishkán, son las mismas actividades que están prohibidas en shabat. Puesto que dentro de esas actividades se encontraban coser - nosotros no cosemos en shabat, cocinar - nosotros no cocinamos en shabat. ¿Suena arbitrario? Difícilmente. Los Cabalistas explican la conexión de la siguiente manera:
Puesto que D'os creó el mundo en 6 días y en el séptimo descansó, en nuestro esfuerzo para emular a D'os nosotros también debemos descansar el séptimo día. Pero en función de saber cómo es que D'os descansó el séptimo día, nosotros debemos saber en primer lugar, qué labores creativas hizo D'os durante los seis días. Y es en este preciso aspecto que el Tabernáculo es una clave: el Tabernáculo representa un microcosmos del mundo. Es una destilación de todas las energías, patrones y materiales encontrados en el mundo. Betzalel, el arquitecto director del Tabernáculo, entendió el proyecto para la construcción porque él entendió el código de la Creación. (De hecho, el nombre Betzalel significa "a la sombra de D'os").
Es por eso que como el microcosmos de la creación, las actividades realizadas en la construcción del Tabernáculo se asemejan a aquellos actos realizados por D'os (por decirlo así) al crear el mundo. Puesto que en las actividades del Tabernáculo encontramos "escribir", nosotros emulamos a D'os descansando al no escribir en Shabat. Esto explica por qué las actividades - melajot - prohibidas en shabat son distintas de la definición secular de "trabajo". Pues en shabat nosotros no nos abstenemos de "los esfuerzos", nosotros nos abstenemos de "actos creativos".
Por ejemplo: puede estar permitido en shabat cargar una caja pesada desde el garaje hasta el altillo, pero al mismo tiempo está prohibido encender un fósforo. Mover la caja no implica un cambio en el estado creativo del objeto, mientras que encender un fósforo claramente lo hace. Y el efecto es profundo. En shabat, cuando yo dejo de crear, yo no siento más la necesidad de competir con el mundo que me rodea.
La Torá específicamente escogió "encender fuego" como único ejemplo de melajá porque esto resume las energías combustibles y divisivas que el shabat busca evitar. En lugar de imponer mi voluntad sobre el mundo, yo estoy en armonía con él. Yo no conduzco mi auto, yo no trabajo con mi animal, yo ni siquiera corto una hojita del césped.
En shabat, somos todos reyes. Tomamos ventaja de la espiritualidad extra insuflada en shabat para reflexionar sobre nuestras metas espirituales, las cuales expresamos a través del rezo, el estudio de la Torá, las comidas festivas, y el tiempo que dedicamos a nuestra familia y amigos. Es por eso que nuestra parashá se llama "vaiakhel", que significa "y reunió". Pues un día cada semana, no hay competición. Hay sólo crecimiento.
Más allá de una paz comunal, el shabat trae paz interior también. Seis días a la semana, el hombre moderno está encerrado en un círculo de teléfonos celulares, e mail, y fax. El shabat es nuestra oportunidad de dar un paso atrás y liberarnos momentáneamente de esas garras.
Muchos años atrás, yo estaba entrevistando a una famosa estrella del rock (perdón, pero sin nombres) en la cima de su carrera.
"Dime" - yo dije - "¿qué es lo mejor de ser una estrella de rock? ¿Es la fama? ¿El dinero? ¿Los viajes alrededor del mundo?".
Él pensó unos momentos y dijo: "Lo mejor de ser una estrella de rock es salir al escenario cada noche".
Muy perspicaz - yo pensé. "Entonces dime" - yo pregunté - "¿Qué es lo mejor de salir al escenario cada noche? ¿Es la adorada multitud? ¿La fuerte música y las luces brillantes? ¿La increíble atmósfera festiva?".
Con toda la sinceridad, él me miró y dijo: "Lo mejor de salir todas las noches al escenario es que nadie me puede encontrar en el teléfono".
Este es un hombre que tenía todo, y todo lo que quería era un descanso.
Para el judío, el shabat es nuestro descanso. Nos fortalece, no para despreciar nuestro mundo de trabajo, sino para mantener nuestra habilidad de ser independientes de él. El shabat nos equilibra y nos brinda una perspepara nuestra vida y nuestra semana. Un cubo, el cual tiene seis lados, obtiene la forma y substancia de su centro. Así también, los seis días de la semana están equilibrados por el shabat… la dimensión interna.
El Talmud (Shabat 118b) dice: "Rabí Iojanán dijo en nombre de Rabí Shimón ben Iojai: si todos los judíos observarían sólo dos shabatot correctamente, la redención vendría inmediatamente". La pregunta obvia es: ¿Por qué es necesario observar dos shabatot correctamente? ¿Por qué uno solo no es suficiente?
Hay un mundo de diferencia entre el primer shabat y el segundo. Un shabat observado aisladamente seguro que elevaría espiritualmente, pero este no sería la clase de shabat que traería la redención. Más que un solo día, el shabat debe "derramarse" en nuestra semana, elevando todas nuestras acciones y pensamientos. El shabat no es el fin de nuestra semana, sino que es el punto céntrico y la fuente de energía. El segundo shabat, alcanzado después de una semana tan influenciada, es completamente distinto. Marca un ápice espiritual, y no una isla espiritual. Esta es la clase de shabat cuya observancia traerá la redención. Es el shabat de una semana, y de un mundo, elevado. (ver Kedushat Haleví, ki tisá 31:13).
A la puesta del sol de este viernes, tómate un minuto e intenta el siguiente ejercicio: aprieta fuerte el puño por 60 segundos. Luego suéltalo y déjate llevar. Amigos míos, eso es Shabat.