Rav Yehuda Levi
Januca

Haftará Para el Primer Shabat de Januká

Haftará Para el Primer Shabat de Januká   Zejariá (Zacarías) 2:14 - 4:7 A pesar de que para cada parashá de la Torá fue escogida una haftará que mantiene una relación temática o una analogía con alguno de los temas d
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Haftará Para el Primer Shabat de Januká

 

Zejariá (Zacarías) 2:14 - 4:7

A pesar de que para cada parashá de la Torá fue escogida una haftará que mantiene una relación temática o una analogía con alguno de los temas de la parashá, en días especiales, como ser los días de fiesta, esas haftarot se reemplazan por otras que mantienen una relación con la temática de la fiesta. Es por eso que este shabat leeremos la haftará para el primer shabat de Januká.

Para la lectura de la haftará del primer shabat de Janukáfue escogida una sección del libro del profeta Zejariá (s. IV a.e.c.) - perteneciente al libro Teré Asar (los doce profetas que por ser sus libros de pequeñas dimensiones, fueron recopilados en un solo libro).

"Canta y alégrate hija de Tzión,

pues he aquí que Yo vengo y moraré en medio de ti,

dice D'os".
(2:14).

Zerubabel era el nieto de Iehoiajín, el rey de Iehudá que fue llevado al exilio desde Jerusalem a Babilonia. Cuando los hijos de Israel se encontraban aún en el exilio babilónico, el rey Ciro de Persia les dio permiso a los judíos para ascender hacia Jerusalem y construir un segundo Templo. Mucho judíos hicieron esto junto con Zerubabel, Iehoshúa el Sumo Sacerdote y otros líderes espirituales, y reconstruyeron las bases del Templo y del altar.

Pero transcurridos algunos meses, los pueblos que habitaban en Ierushalaim le escribieron al rey pidiéndole que detenga la construcción del Templo y él aceptó su pedido (Véase Ezrá - Esdras - cap. 3 y 4).

Esta profecía que habla sobre Ierushalaim en los días de la redención final, ha sido elegida para leerse en el shabat de Januká pues ella habla de una menorá (candelabro) de oro, y en ella también se habla - a partir del capítulo 3 hasta el final de la haftará - sobre los días del segundo Templo de Jerusalem, y en él, como sabemos, ocurrió el milagro de Januká.

"Volvió el ángel que hablaba conmigo

y me despertó como un hombre que despierta de su dormir.

Me dijo: ¿Qué es lo que ves?

Y dije: he visto y he aquí un candelabro todo de oro

y su reservorio sobre él,

y sus siete lámparas sobre él; siete, siete conductos

para las lámparas que estaban sobre él.

Y dos olivos sobre él,

uno a la derecha del reservorio y el otro a su izquierda".
(4:1-3).

El profeta Zejariá veía claramente lo que se le estaba mostrando. Él vio una menorá a la que pudo describir detalladamente. El candelabro era de oro puro y sobre él había un gran receptáculo (reservorio) donde había aceite. El candelabro tenía siete lámparas que recibían su aceite a través de siete conductos que provenían del reservorio, que a su vez recibía su aceite de los dos olivos que estaban a sus costados.

Pero Zejariá no entendía lo que se le estaba insinuando a través de esta visión profética. Es por eso que le preguntó al ángel:

"Hablé y dije al ángel que hablaba conmigo diciendo:

¿Qué son éstos, señor mío?

Contestó el ángel que hablaba conmigo y me dijo:

¿No sabes qué son éstos?

Y dije:

No, señor mío.

Respondió y me dijo diciendo:

Esta es la palabra de D'os a Zerubabel diciendo:

No por medio del poder y no por medio de la fuerza,

sino por medio de Mi Espíritu,

dijo D'os".
(4:4-6).

 

D'os quería transmitirle un mensaje a Zerubabel: "Así como has visto que todo lo que ocurría con la menorá se hacía por sí solo sin la intervención del hombre - ya que los olivos enviaban su aceite al reservorio sin necesidad de machacar las aceitunas y de allí iba directamente hacia las lámparas - así mismo tú debes comprender que la redención del exilio babilónico y la continuación de la reconstrucción del Templo se harán una realidad no por medio del poder y no por medio de la fuerza".

D'os le dijo a Zerubabel que Él pondrá Su Espíritu y Su Voluntad en Darío - el rey de los medos - y por eso es que les dejará a ustedes construir el Templo. Pero no sólo eso. Él también se encargará de todos los gastos de la construcción y les proveerá de alimentos y otras necesidades y no precisarán ayuda de otro hombre (Véase Ezrá - Esdras - 6:9).

Observando más profundamente podemos descubrir que nuestra haftará no sólo fue elegida para ser leída en Januká simplemente porque habla de una menorá de oro y del segundo Templo de Jerusalem, sino porque en ella encontramos otro tema muy relacionado con la fiesta de Januká, como nos enseña el versículo: "No por medio del poder y no por medio de la fuerza, sino por medio de Mi Espíritu".

Los griegos intentaron introducir su cultura y su religión en el pueblo de Israel. Para conseguirlo instituyeron todo tipo de decretos en contra del pueblo, para que dejaran de observar la Torá y sus mitzvot.

Matitiahu, el hijo de Iojanán el Sumo Sacerdote, llegó a una situación donde no podía soportar más la opresión de los griegos sobre el pueblo judío, y se rebeló junto con sus hijos y algunos otros judíos. Él sabía que esa sería una guerra de débiles contra poderosos y de pocos contra muchos, sin embargo, no lo dudó ni un instante pues sabía también que ese enfrentamiento sería una guerra de justos contra malvados, de hombres puros contra impuros y de estudiosos de la Torá contra pecadores.

Matitiahu Jashmonai y sus hijos sabían que a pesar de que, acorde con las probabilidades, la guerra estaba perdida aún antes de comenzarla, el D'os de nuestros antepasados los ayudaría así como liberó al pueblo en muchas otras situaciones de las que era "imposible" salir. El éxodo de Egipto, la conquista de la tierra de Israel y la salvación del aniquilamiento perpetrado por Hamán el malvado (en la historia de Purim), entre otros casos, internalizaron en el pueblo de Israel en general, y en los grandes hombres de fe en particular, el conocimiento de que D'os es Quien dirige la obra de Su creación en todo momento, únicamente de acuerdo a Su Voluntad.

Y así ocurrió. Contrariamente a todos los pronósticos de la gente especializada en estrategias militares, ocurrió que los débiles les ganaron a los poderosos y los pocos obligaron a los muchos a escaparse. Los macabim y sus ideas triunfaron.

A Iehudá y sus hermanos, los hijos de Matitiahu, los llamaban los macabim por la palabra que estaba escrita sobre su bandera. La palabra "macabi" que en griego significa "valiente combatiente", también representa una sigla, la que queda formada por las primeras letras de las palabras del comienzo del versículo: "Mi Jamoja Baelim Hashem… - ¿Quién es como Tú entre los poderosos, D'os…?" (Shemot -Éxodo- 15:11). La letra jaf de "Jamoja" se convierte en kaf , y la primer letra del nombre de D'os (que nosotros transcribimos como Hashem) es la iod. Entonces surge la sigla M.K.B.I. a la que se le agregan vocales para poder ser leída (MaKaBI).

Ellos enarbolaban los ideales de la Torá. Aquellos ideales que proclaman que a pesar de que es una mitzvá de la Torá cuidar el cuerpo y la salud que D'os nos dio, debemos saber que el cuerpo es sólo la "vestimenta" del alma, y que así como las ropas - por más caras y lujosas que fueren - sólo protegen y sirven al cuerpo, así también el cuerpo - por más cuidado y trabajado que fuere - no es más que un servidor del alma.

Los macabim querían alejar de nuestro pueblo las ideas falsas que los griegos quisieron inculcarnos. A pesar de que ellos decían que para tener una mente sana era necesario tener un cuerpo sano (idea compartida totalmente por la Torá), ellos consideraban que la mente es solamente el raciocinio, la lógica.

Sin embargo, para la Torá la mente es mucho más que eso. La mente del ser humano es el elemento de unión entre el alma y el cuerpo, y es por eso que, sin descuidar ninguna padel hombre, debemos darle mayor importancia a lo más importante: al alma, la parte espiritual del ser humano, que debe ser cuidada a través del cumplimiento de las mitzvot mediante el cuerpo.

(¿Por qué será que - paradójicamente - las competencias deportivas entre comunidades se llaman "macabeadas", así como muchos de los clubes judíos (Macabi) que sólo hacen hincapié en el deporte, casi sin prestarle atención al alma, es decir al crecimiento espiritual del judío basado en nuestra Sagrada Torá y el cumplimiento de sus mitzvot?).

Los macabim creían plenamente en el poder Divino. En ningún momento se atribuyeron la victoria sino que desde el primer momento confiaron en D'os sabiendo que sólo de Él proviene la fuerza y el poder que el hombre puede tener, por más grande que fuere. Este aprendizaje de la fiesta de Januká, también representa uno de los pilares del pensamiento judío, y tal vez por eso también es que nuestra haftará fue elegida para leerse en Januká. Pues en ella el profeta Zejariá nos previene:

"No por medio del poder y no por medio de la fuerza,

sino por medio de Mi Espíritu,

dijo D'os".

"A pesar de que ustedes creen ver que las cosas ocurren por vuestra decisión personal y vuestro esfuerzo, eso es un espejismo solamente. Mi espíritu es el que obra en todos los mundos para que las cosas ocurran. La creencia que ustedes tienen en Mí es la que provoca que Yo decida que ustedes concreten vuestros logros y obtengan lo que desean" - dice D'os.



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