Rav Yehuda Levi
Haftara Semanal

Haftara Parashat Tazria-Metzora

Haftarat Tazria-Metzora Melajim II (II Reyes) 7:3-20 En haftarat Metzorá nos encontramos con una situación difícil.  Ben Hadad - el rey de Aram, había sitiado la ciudad de Shomerón (ciudad capital del reino de Israel), y como consecuencia de esto la
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Haftarat Tazria-Metzora

Melajim II (II Reyes) 7:3-20

En haftarat Metzorá nos encontramos con una situación difícil.  Ben Hadad - el rey de Aram, había sitiado la ciudad de Shomerón (ciudad capital del reino de Israel), y como consecuencia de esto la ciudad padeció una fuerte hambruna.  En esas circunstancias, el precio de la poca comida que había en la ciudad había llegado hasta sumas siderales, y es por eso también que el pueblo de Israel sufría.  

Sin embargo, no todo estaba perdido.  Un día, el profeta Elishá (s. VII a.e.c.) dijo - en nombre de D'os - que al día siguiente los precios bajarían considerablemente y que una seá (medida determinada) de harina costará un siclo, así como también dos seot de cebada.

Cuando uno de los ministros del rey escuchó esto, se burló de las palabras del profeta - ya que él no creía que D'os haría milagros de tal magnitud con el pueblo (o no entendía cómo los haría).  Al escuchar sus burlas, el profeta Elishá le contestó que él verá con sus propios ojos el milagro de que los precios de los alimentos bajarán mucho, mas él no podrá comer de esos alimentos.

Con esta pequeña introducción nos alcanza para comprender el contenido de haftarat Metzorá:     

"Y cuatro hombres estaban leprosos en la entrada del pórtico, y dijo un hombre a su prójimo: ¿Por qué nosotros estaremos sentados aquí hasta que muramos?" (7:3).

Ellos estaban apartados de la gente a causa de su afección (véase nuestro comentario a la parashá) pero también sufrían por la carencia de alimentos.  Es por eso que pensaron que era preferible ir hasta el campamento del enemigo en lugar de esperar en la entrada de la ciudad, ya que tal vez existía la posibilidad de que el ejército del rey de Aram los deje con vida y les dé alimentos.

Al llegar al campamento, ellos encontraron que los soldados abandonaron todas sus pertenencias y se retiraron, habiendo abandonado tanto ropas como alimentos.  El texto nos cuenta que esto ocurrió como consecuencia de que D'os hizo que ellos escucharan grandes ruidos, como de un enorme ejército que venía en su contra, y ellos pensaron que el pueblo de Israel se alió con otros ejércitos para atacarlos.   

En ese momento aquellos cuatro hombres retornaron a la ciudad de Shomerón para avisarles a los habitantes de la ciudad que el enemigo se había retirado, y que también habían dejado muchos alimentos.  Entonces:    

"Salió el pueblo y saquearon el campamento de Aram, y una seá de harina estuvo a un siclo y dos seot de cebada a un siclo, como había sido la palabra de D'os" (7:16).

La profecía de Elishá se había cumplido y los precios bajaron increíblemente.  Pero lo que todavía no nos queda claro es por qué el Santo - bendito es Él, quiso que el anuncio de esa buena nueva al pueblo de la ciudad de Shomerón, sea hecho a través de aquellos metzoraim (mal traducido: leprosos), ya que como es sabido, la tzaráat era una enfermedad mediante la cual D'os castigaba a quienes hablaban lashón hará (chusmerío).

Rabí Iehonatán Aibshitz (1690 - 1764) en su libro "Ahavat Iehonatán" responde a esta pregunta a través de las palabras de Nuestros Sabios en el Talmud:
"Dijo Rabí Iojanán: El hijo de David (Mesías) sólo vendrá en una generación totalmente meritoria o totalmente culpable…" (Sanhedrín 98a).

Aparentemente estas palabras del Talmud no son comprensibles para nosotros, pues es lógico que si toda la generación será meritoria ellos serán redimidos por el Creador, pero si toda la generación es culpable ¿por qué D'os los redimiría?

Sin embargo, nuestro autor nos dice que a pesar de que existe la posibilidad de que el pueblo de Israel peque mucho, hasta el punto de merecer la destrucción como consecuencia de sus malos actos, de todas maneras, D'os nunca nos destruirá cumpliendo así con lo que le aseguró a nuestro patriarca Abraham, al prometerle que Él jamás cambiará a su descendencia por ningún otro pueblo sobre la faz de la tierra.  Es por eso que el Santo - bendito es Él, está "obligado" a redimir al pueblo de Israel antes de que éste sea totalmente culpable, mereciendo su destrucción.

Y es por este mismo motivo que cuando los judíos estuvieron en Egipto casi en el grado más alto de impureza, D'os los salvó.  Y esto también es lo que D'os nos quiso enseñar en parashat Tazría a través de las leyes del metzorá, ya que a pesar de que un pelo blanco en sí es  señal de impureza, si "…todo se ha tornado blanco, puro es" (Levítico 13:13).

Y es por eso que para enseñarnos esta misma idea, D'os quiso que esos hombres metzoraim les hagan saber a los habitantes de Shomerón que Él les proveyó de alimentos.  Y lo mismo había ocurrido respecto de Moshé, pues vemos que en el momento de la salida de Egipto, D'os le encomendó a Moshé la misión de liberarlos, y cuando Moshé le dijo a D'os "Pero he aquí que ellos no me creerán y no escucharán mi voz" (Shemot -Éxodo- 4:1) él fue castigado con la lepra, para enseñarle que a pesar de que ellos no son merecedores de la salvación, D'os de todas maneras los salvará, por el motivo que explicamos.

Sin embargo, volviendo a la haftarat Metzorá, vemos que no solamente se cumplieron las palabras del profeta Elishá respecto de lo que les había asegurado a los habitantes de la ciudad, sino que también se cumplió lo que le había dicho al ministro del rey.  El rey había puesto a ese ministro como guardián en la entrada de la ciudad, y él estaba allí cuando el pueblo salió desaforadamente en busca de alimentos…  

"Y fue así para él, el pueblo lo pisoteó en la entrada y murió" (7:20).

Él quedó aplastado bajo la gente, y se cumplieron de esa manera las palabras del profeta Elishá que le había dicho que él verá cómo los precios bajarán por la abundancia de alimentos, mas él no podrá consumirlos.

El Ralbag (Rabí Leví Ben Gereshón, 1288 - 1344) nos dice que mediante este relato, se nos quiere enseñar "que no corresponde que las personas contradigan y no crean en las palabras de los profetas, ya que vemos lo que le ocurrió al ministro por no creer que pasaría lo que había dicho Elishá, que se iba a abaratar la comida.  Finalmente él vió todo ese milagro mas no pudo comer, como le había dicho el profeta.  Y ese es el castigo que se merecía: ver que verdaderamente se concretizaron las palabras del profeta sin poder obtener ningún beneficio de aquella bondad" (Toelet Nro. 31 - al final de Melajim II, cap. 12).

 



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