Introducción a los días de Aseret Yemé Teshubá:
El día 1 del mes de Elul comienza a proyectarse sobre el mundo un período de mucha benevolencia por parte de Hashem. Este lapso propicio se prolonga hasta después de la culminación del "Día del Perdón" – “Yom Kipur”.
Yom Kipur se celebra el día 10 de Tishré, que es el mes próximo a Elul.
Teniendo en cuenta que el mes de Elul tiene 30 días, entendemos que, desde el 1 de Elul hasta el 10 de Tishré hay 40 días. Resulta que los días de mucha benevolencia por parte de Hashem, son 40.
Durante todo el año, Hashem acepta el arrepentimiento de quienes retornan de corazón íntegro hacia Él, sin embargo, estos días son especiales y propicios para lograr el arrepentimiento de faltas cometidas o por haber tenido una conducta fallida, y retronar a Hashem.
El motivo de la buena voluntad de Hashem en estos 40 días se debe a que el 1 de Elul Moshé subió al monte Sinaí para recibir las segundas tablas de la ley (las primeras tablas, Moshé las quebró cuando descendió del monte y vio que los hijos de Israel construyeron un becerro de oro para rendirle culto).
Esta segunda vez, al igual que la primera, Moshé permaneció en las alturas celestiales 40 días. El día cuarenta, cuando Moshé descendió con las segundas tablas de la ley, era 10 de Tishré. En esta fecha culminó la expiación por el pecado cometido (del becerro de oro).
Desde ese entonces, estos días fueron consagrados como de mucha benevolencia por parte de Hashem.
La fuerza que tienen los días de Aseret Yemé Teshubá
Los 2 días de Rosh Hashaná, y el día de Kipur, son parte de los 40 días de benevolencia. Entre Rosh Hashaná y Yom Kipur, tenemos exactamente 1 semana completa; a veces puede caer desde Shabat hasta domingo, a veces de martes a lunes, etc., pero siempre serán 7 días exactos.
Esto viene a aludir, que cada uno de esos días, tienen la fuerza de corregir todos esos mismos días del año que no nos comportamos como debíamos. Por ejemplo, el lunes de la semana de Aseret Yemé Teshubá, tiene la fuerza de corregir todos los lunes del año que no nos comportamos como debíamos; así mismo el martes, miércoles, etc.
Esto es una oportunidad tremenda para todos nosotros que hubo varios días en el año que no nos comportamos como Hashem hubiera querido de nosotros.
Todo depende del final:
Preguntan los Jajamim una pregunta obvia: ¿Acaso es posible que la persona se porte mal todo el año y los últimos días del año (sólo una semana), puedan corregir todo lo malo que hizo cientos de días?
Parea contestar esto, podemos explicarlo con un cuento: Era una maratón donde competían un hombre muy veloz, contra un hombre lento. Por supuesto, que el hombre veloz comenzó a ganarle la carrera y el hombre lento sabía que le llevaban mucha ventaja. A la mitad del camino, el hombre veloz se confió y bajó mucho su velocidad y el hombre lento, decidió hacer un mayor esfuerzo y comenzó a subir su velocidad. Al acercarse a la meta, el hombre veloz ya había pensado que el hombre lento se había quedado en el camino, así que decidió tomar un descanso; pero el hombre lento hizo un último esfuerzo, y ya no le dio tiempo al hombre veloz de ganarle y el hombre lento fue quien llegó primero a la meta.
La pregunta es: ¿Quién se ganó el premio? ¿El hombre que todo el camino estuvo por delante, o el hombre que llegó primero a la meta? Por supuesto que el hombre que llegó primero a la meta.
Así es exactamente con Hashem. Quien llega primero a Yom Kipur, con un esfuerzo mayor, con más ganas, etc., es quien se lleva las alabanzas de Hashem. Por supuesto debemos todo el año de esforzarnos; pero estos días de Aseret Yemé Teshubá son tan especiales, que puede corregir lo de todo un año completo.
Y es lo que dicen los Jajamim: “Hakol Olej Ajar Hajitum” – “Todo depende del final”.
Hay quien adquiere el Olam Habá en un instante:
Cuenta la Guemará una historia real: Había un hombre llamado Eliezer hijo de Durdiya, que estuvo con todas las mujeres prostitutas del mundo. Escuchó en una ocasión, que había una mujer en una ciudad, que no había estado con ella. Eliezer fue a la ciudad y llegó con esta mujer con mucho dinero para pagar lo que fuera necesario. Al estar con ella, la mujer le dijo que él ya no tenía arreglo y que era imposible que él haga Teshubá. Eliezer tuvo un sentimiento de arrepentimiento, y se escapó de ahí y salió al bosque. Ahí le gritó a las montañas: “Pidan piedad para mí” y las montañas no lo ayudaron. Luego le pidió a los cielos piedad; pero los cielos tampoco lo ayudaron. Y así fue con el la tierra, el sol, la luna, las estrellas, etc., pero nadie lo ayudó. Así que se dijo a sí mismo: “Esto únicamente depende de mí”. Puso su cabeza entre sus rodilla, comenzó a llorar desesperadamente (del arrepentimiento), hasta que murió. En ese momento, salió una voz del cielo que decía: “Rabí Eliezer hijo de Durdiya, bienvenido al Olam Habá”.
Debemos poner atención al nombre. Primero se llamaba Eliezer y cuando hizo Teshubá, la Guemará lo llama Rabí Eliezer.
En ese momento lloró Rabí Yehudá Hanasí y dijo: “Hay quien adquiere el Olam Habá en muchos años, y hay quien adquiere el Olam Habá en un solo instante”.
Preguntan los Jajamim: ¿Por qué lloró Rabí Yehudá Hanasí?, ¿Acaso lloró del coraje que él se esforzó toda una vida entera para ganarse el Olam Habá y Eliezer con unos momentos adquirió el Olam Habá?
Por supuesto que Rabí Yehudá Hanasí no lloró por coraje; sino lloró por la enseñanza de esta historia. Rabí Yehudá Hanasí se dio cuenta el valor de un momento. La gente tiene momentos muy cruciales en su vida, que le pueden cambiar todo su rumbo; ya sea para bien o para mal.
Se puede pensar que hay alguien que no amerite retornar a D-s. Empero, veamos: En el Talmud se describe cómo un hombre que había caído muy bajo retornó al buen camino solamente por las palabras jocosas de una mala mujer. Esas palabras penetraron en lo más profundo de su ser y le influyeron para mejorar. ¿Cómo se explica que una mujer mala haya dicho algo que cambió tan drásticamente a un yehudí? ¿Cómo llegaron esas palabras a su boca?
Por más increíble que parezca, el Mismo Creador le puso esas palabras en su boca, porque Él no pierde la esperanza por ninguno de Sus hijos. Ilumina a cada quien para que regrese a Él. No existe alguien tan bajo que haya perdido toda esperanza. Siempre permanece una chispa indestructible del alma judía. Si ese hombre regresó a la Fuente, cualquiera que quiera puede hacerlo. Ese hombre se llamaba Rabí Elazar ben Durdayá. Su nombre alude al hecho de su retorno: Durdayá significa sedimentos de vino, es decir, si alguien se cree tan bajo como los sedimentos, no debe desesperar porque D-s ayuda: Su nombre, Elazar, significa “D-s ayudó”. No hay nadie tan alejado. Se le llamó Rabí a pesar de no serlo porque enseñó algo muy importante, el camino del retorno al bien.
En nuestros rezos decimos, “bendito eres Tú, D-s, que quiere la teshubá” [el regreso a Él]. Esto es algo 100% cierto, si habría alguien que no merece retornar, no diríamos esta bendición ya que transgrediríamos el grave pecado de tomar Su Nombre en vano. El hecho que lo hacemos es una prueba fehaciente que realmente quiere y espera el regreso de cada uno de Sus hijos. Depende de nuestra voluntad y Él se encarga de lo demás.
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Mesilat Yesharim 20, 2.
Masejet Abodá Zará 17a.