Adaptación Rav Gabriel Guiber
La Hoja

La Hoja Nueva -Vayakel-Pekude-2

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¿QUE GUARDO EN LA PANCITA?

“Y los príncipes trajeron las piedras de ónix…” (Shemot 35,27)

Escuchamos del rab hagaon Iaacov Galinsky Shlita: uno de los anuncios o proclamaciones principales en el “viduy”, o confesión, que hacemos en Iom Hakipurim, es la que dice que Hashem busca en todos los rincones de la panza, investiga en los riñones y en el corazón, no existe cosa que desaparezca del alcance de su vista, y no hay nada oculto frente a sus ojos.

¿Por qué decimos así? Porque existe en cada uno de nosotros, un mecanismo de auto-justificación, podemos adaptar y explicar cualquier cosa que hagamos y también cada precepto que dejamos de cumplir, porque ya conocemos la regla general, ya convertida en ley: ningún hombre se califica a sí mismo como malvado (Ketuvot 18b), y dijeron nuestros sabios en tono de burla: si ves un ladrón y estás de acuerdo con él (Tehilim 50,18)... corre con él...

Y hasta los más grandes, los hombres más justos, no pueden confiar en sí mismos, y revisar que en sus acciones no existan motivos ocultos. ¿Y quién calificarse como más grande que los príncipes de la generación del desierto? Y Rashi escribió sobre ellos: ¿qué fue lo que vieron los príncipes para ser los primeros en donar para la inauguración del Altar, mientras que en el caso del Tabernáculo, no fueron los primeros?

Así dijeron los príncipes: que la gente done lo que pueda, y lo que falte después de que todos dieron su parte, nosotros lo completaremos. Pero ocurrió que la gente dio todo, y ya no faltaba nada para completar, como está escrito: “y se completó el trabajo” (Shemot 36,7). Cuando los príncipes vieron que ya no tenían lo que traer, se preguntaron qué podían hacer, y trajeron la piedra de ónix.

Por esta misma razón, cuando se requirió la donación para el Altar, se apresuraron a ser los primeros, porque antes ya fueron perezosos, y eso les costó caro, perdieron una letra en sus nombres, está escrito “nesiim”, los príncipes, sin la letra “iud”, al final...

A ver, imaginemos que hay gente que está juntando dinero para casar una novia huérfana. Seguramente, averiguaremos cuál es la cantidad necesaria. Y ellos procurarán conseguir todo lo que hace falta: casa, muebles, fiesta, ropas, en fin, todo. Y dirán, está bien, cuando lleguemos al millón, será suficiente. Si existiera un donante que fuera a decir: sigan buscando donde piensan que pueden conseguir algo, y cuando terminen, me dicen cuánto les falta y yo pongo el resto!!!, sin ninguna duda, anotaremos muy bien su dirección para ir a buscarlo…

Exactamente esto es lo que hicieron los príncipes. Ellos estaban seguros que no había donantes tan poderosos como ellos. Pero, Hakadosh Baruj Hu, investiga los riñones y el corazón, y por cuanto que, en verdad, fueron perezosos, para siempre, a los príncipes le faltará una letra en su nombre, porque justamente esta letra es la que tiene preponderancia en el pensamiento, como dijo Rashi (Shemot 15,1), que encontró un defecto en sus pensamientos.

Cuando el Jafetz Jaim viajó a una reunión muy importante de “Agudat Israel”, se encontró con uno de los justos más grandes de la generación, sabio y santo, y habló con él sobre temas generales. En uno de los puntos, el Jafetz Jaim sugirió que era conveniente dirigirse a tal persona, que podría trabajar y ayudar por el bien de ese proyecto. Pero, dijo el Jafetz Jaim, si no firmamos los dos, la carta dirigida a este hombre, él no aceptará unirse a nosotros.

El gran justo sabía muy bien que el Jafetz Jaim tenía razón, pero, por ciertos motivos él no podía firmar la carta, y la firma del Jafetz Jaim estaría sola…

El Jafetz Jaim pretendió presionarlo y le dijo: ¿acaso mi honorable amigo tampoco podrá explicar su motivo frente al “Trono Celestial” cuando le pregunten allí por qué motivo se rehusó y no firmó?

El hombre no pudo con la inteligencia del Jafetz Jaim y dijo: muy bien, escriba la carta y la firmaré yo también…

Debemos comprender, seguro que ese hombre justo pensaba que el motivo para no firmar era muy importante, correcto y acertado, pero quién sabe qué dirán “Allá”…

Traducido del libro Vehigadta – Leiamim Hanoraim.

 

Leiluy Nishmat

Israel Ben Shloime z”l

Lea (Luisa) Bat Rosa Aleha Hashalom

Iemima Bat Abraham Avinu Aleha Hashalom

León Ben Ezra z"l



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