Adaptación Rav Gabriel Guiber
Yom Kipur

La Nueva Hoja Nueva - Yom-Kipur

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ANGELES y ANGELES

Disertó el rab hagaon Iaacov Galinsky ztz”l: hay quienes escribieron que vestimos ropas blancas y limpias en el día de Iom Kipur, para asemejarnos a los Angeles (Oraj Jaim 610,4 Rama).

Y es conocido el relato: rabi Israel Misalant ztz”l subía al Beit Hakneset para el “Kol Nidre” y se encontró con un estudiante que se veía muy apurado, vestido de blanco y envuelto en su Talet, como un Angel de Hashem, su rostro pálido, sus ojos hacia arriba, apretando los dientes por el temor al juicio. ¿Acaso esto es tan sencillo para alguien? Todo el mes de Elul se estuvo preparando, los días de Selijot, y Rosh Hashana, con sus Maljuiot, Zijronot y Shofarot, los diez días de arrepentimiento, y la víspera de este día tan sagrado. Finalmente llegó el momento: los Angeles se apresuran, se siente la fuerza y el temblor, y todos dicen: ¡llega el Día del Juicio!

El rab se dirige a este hombre: “Dígame, por favor, ¿cómo está fulano?”, el vecino, que estaba en cama, muy enfermo, agonizando.

Si escuchó, se quedó frío ante la pregunta. ¿Por qué le pregunta sobre fulano? ¿Qué relación tiene con él? Este es un momento tan especial, el tiempo del juicio, la vida está pendiendo de un hilo, midiéndose en los platos de una balanza.

Rabi Israel le dijo una de sus frases conocidas, que puede dar vuelta a cualquiera con semejante reproche: “Dígame, por favor, ¿qué culpa tengo yo si usted es temeroso de Hashem?”... hice una pregunta, ¡usted debe contestarme!

Rabi Israel llegó al Beit Hakneset que estaba lleno de punta a punta, todos derramando lágrimas como si fueran agua, recitando la “Tefila Zaja”, esperando con el corazón “en la boca” la llegada del “Kol Nidre”. De pronto llega un hombre, vestido también de blanco y envuelto en el Talet, haciéndose camino entre la gente que estaba rezando. Empujaba con el codo para abrirse camino y metía sus piernas donde podía. Hasta que encontró su lugar y se acomodó...

El rab lo siguió de cerca y le dijo: vestido de blanco como un Angel...

No cabe ninguna duda, es un Angel... Pero no cualquier Angel, sino un Angel Jabala (un ángel dañador, un ángel asesino).

Es bueno y aconsejable parecernos a un Angel, pero no un Angel dañador.

Y les voy a contar: un comerciante muy poderoso fue a ver a rabi Jaim Mitzanz, para pedirle una bendición.

¿De dónde eres?, le preguntó.

De Lemberg, contestó.

Se alegró el rab: tal vez en tu boca tengas buenas noticias, ¿se arreglaron los asuntos con el maestro?

No entiendo, ¿qué maestro?, ¿qué asuntos?

El rab le explicó: en Lemberg hay un maestro, rabi Zelig. Hace cerca de un mes estuvo aquí. Me contó que comprometió a su hija y se obligó (o lo obligaron) a pagar una cifra muy importante. La fecha de la boda se acercaba y rabi Zelig no tenía como afrontar su obligación, lo que garantizó que aportaría. Los consuegros llegaron a amenazarlo con anular el compromiso si no conseguía el dinero. Vino a buscar consejo. Lo ayudé con lo que pude y además le entregué una carta para la gente, para que lo ayuden. Quería saber si se arregló el asunto...

Contestó el comerciante: ahora yo recuerdo. Me pidieron dinero a mí también, pero si se arregló todo, no tengo idea...

¿Es eso posible?, preguntó el rab, extrañado: si escuchaste que estaba muy necesitado, ¿cómo puede ser que tú no intentaste, que no te preocupaste por saber si consiguió el dinero para conformar a los consuegros?

Le diré a mi rabi, todo el día estoy muy inmerso en mis ocupaciones. Y cuando tengo un momento libre, me siento a estudiar, ya que todo hombre está obligado a preocuparse también por su Olam Haba, no solamente por su Olam Haze. No tengo tiempo para investigar sobre la vida de los demás, el tiempo es tan valioso, que trato de no desperdiciarlo en chismeríos...

El hombre estaba seguro que el rab valoraría su forma de aprovechar el tiempo. Y en efecto, el rab se alegró: entonces, eres un hombre estudioso, ¡que sabe leer y entender los libros! ¿Tal vez puedas abrir mis ojos y explicarme lo que dice Rashi?

El hombre se quiso disculpar: puede ser que yo sepa estudiar algún libro, pero jamás se me ocurriría que yo pudiera alumbrar los ojos de mi rabi...

De todas formas, la Tora es la herencia de todo Israel. Siéntate y vamos a escuchar. Iaacov Avinu se queda solo, “y peleó con él un hombre, hasta el amanecer” (Bereshit 32,25). Explicó Rashi, que era el ministro de Esav. A continuación, la Tora cuenta que Iosef estaba perdido en el campo “y se encontró con un hombre que le preguntó qué buscaba” (Bereshit 37,15), y explicó Rashi: este es el Angel Gabriel.

Y yo no entiendo, aquí está escrito “hombre” y allí está escrito “hombre”. ¿Quién le reveló a Rashi que aquí el Angel es un Angel santo y allí es el ministro de Esav, el jefe de todos los Satanes?

El comerciante no abrió la boca, y el rab contestó: es muy simple la cosa. Iosef se equivocó, estaba confundido, perdido, y de pronto se encontró con un “hombre” que se preocupó, le preguntó qué buscaba y le indicó el camino. Este es un Angel santo. Pero el Angel que fue enviado a pelear con Iaacov y que completó su misión a la perfección, estuvo peleando con Iaacov hasta el amanecer. Iaacov le pidió que le dé una bendición, y el Angel le dijo que no tenía tiempo. Había llegado el tiempo de cantar su canto (las alabanzas que los Angeles entonan para Hashem).

El que piensa sólo en su elevación y evita de esta forma contestar al pedido de un iehudi, es el mismo ministro de Esav...

Y cuando llega el día de Iom Hakipurim, cuando nos comparamos con los Angeles, debemos elegir a qué clase de Angeles queremos parecernos.

 

Traducido del libro Vehigadta.

 

 

Leiluy Nishmat

Israel Ben Shloime   z”l

Lea (Luisa) Bat Rosa    Aleha Hashalom

Iemima Bat Abraham Avinu    Aleha Hashalom

 



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