Rav Sergio Slomianski
Yom Kipur

Yom Kipur es un día de gran estremecimiento

 B”H YOM KIPUR El día de Yom Kipur es un día de gran estremecimiento; pero también es un día de gran misericordia por parte de Hashem. Si nos remontamos al primer Yom Kipur después del pecado del Becerro de Oro, recordaremos que Moshé Ra
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 B”H

YOM KIPUR

El día de Yom Kipur es un día de gran estremecimiento; pero también es un día de gran misericordia por parte de Hashem.

Si nos remontamos al primer Yom Kipur después del pecado del Becerro de Oro, recordaremos que Moshé Rabeinu ascendió a las alturas para traer la Torá y al descender se encontró con idolatría, lo que lo llevó a romper las primeras Tablas de la Ley. A pesar de eso, recibieron el perdón Divino y un tiempo después, en el día de Yom Kipur, les fueron otorgadas las segundasTablas.

De aquí aprendemos que es posible corregir nuestros errores. El hombre no es un ángel, sino que es un ser que puede caer ante las malas tentaciones, como está escrito “No hay en la tierra hombre justo que haga bien y no peque” (Kohelet, 7:20). La Torá no fue entregada a seres irreprochables. D’s nos pide dos cosas:

En primer lugar, debemos tomar todas las medidas de prevención posibles para no pecar, lo que Rabí Moshé Haim Luzzato llama: “Midat Hazehirut” (‘la virtud de la prevención’) en el tratado de Mesilat Yesharim.

En segundo lugar, si pecamos, debemos arrepentirnos. El hombre tiende a pecar, consciente o inconscientemente. Estos pecados se van acumulando hasta transformarse en una carga demasiado pesada y el individuo se desploma bajo su terrible peso. Entonces llega, gracias a D’s, el día de Yom Kipur, en el cual podemos liberarnos de todas estas faltas, borrarlas todas y comenzar una nueva vida. Es cierto que en cada día y en cada instante podemos arrepentirnos frente a Hashem, pero por lo menos una vez al año debemos liberarnos de nuestros pecados. No siempre es fácil ser justo en cada momento.

El Ari z”l le dijo a su alumno Rabí Haim Vital que no debía desesperarse por el nivel espiritual en el cual se encontraba. Rabí Haim Vital relató: “Una vez le pregunté a mi maestro: ¿cómo podía decir que mi espíritu se encontraba tan elevado, cuando la persona más insignificante de las primeras generaciones era un justo con quien ni siquiera podía compararme? Me respondió: ‘Disculpa, pero debes saber que la grandeza no depende del acto, sino de la generación en la que se vive.

Una buena acción, aunque parezca intrascendente en esta generación, equivale a grandes obras de generaciones pasadas. Esto se debe al hecho que en los últimos tiempos, la impureza ha crecido infinitamente, más fuerte que en las primeras generaciones. Si hubieses vivido entonces, tus actos y sabiduría hubiesen superado a los de muchos sabios de la época” (Sefer Hajizionot).

Si así era en su época, ¿qué podemos decir de la nuestra, en la que tenemos tantas tentaciones? Indudablemente, hoy en día, quien supera sus faltas y cumple con los preceptos, es realmente reconocido por Hashem. Sin embargo, si cae en el pecado, no está perdido.

Existe la posibilidad de arrepentirse, en particular en este gran día del Perdón, cuya santidad misma expía y eleva junto a la Teshuvá (arrepentimiento) y el Vidui, (confesión).

En Yom Kipur el hombre se transforma en un nuevo ser, a condición de que haya decidido liberarse de sus ataduras. Entonces uno se siente bien, tan bien, que no es casual que al concluir  Yom Kipur se salga a festejar en familia el nuevo comienzo; no es casual que en Yom Kipur se vista uno con ropas blancas, ropas festivas. Es porque estamos seguros del Perdón Divino. Nosotros creemos que después de hacer Teshuvá, D’s borra nuestros pecados. Y si el arrepentimiento está originado en el amor a D’s más que en el temor, D’s transforma los pecados en méritos, lo amargo en dulce, la oscuridad en luz.¡

Que tengamos todos una Jatimá Tová en compañía de nuestros seres queridos!

Rabino Sergio Slomianski.

 

 



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