¿Por qué el oficial no castigó al rab?
“Que Hashem ilumine tu rostro y te dé gracia” (Bamidbar 6,25)
Explica el Midrash (Bereshit Raba 11,6) “Que Hashem ilumine tu rostro”, con Tora. “Y te dé gracia”, haciendo que se cumplan tus deseos.
Y explica el rab que escribió el libro “Tzitzim Uprajim” que una cosa depende de la otra. Ya que así nos han dicho nuestros sabios, de bendita memoria: “todo el que se ocupa de la Tora en Nombre de Hashem, se hará merecedor de muchas cosas”. Por eso, cuando recibe la bendición del estudio de la Tora en Nombre de Hashem, Hakadosh Baruj Hu le concederá todos los deseos de su corazón, para el bien.
Entonces, resulta indispensable preocuparse por conseguir las bendiciones de los Talmidei Jajamim (los estudiosos de la Tora) que se ocupan de la Tora en el Nombre de Hashem, y de esta forma Hashem hará como su voluntad y contestará a sus pedidos. Y así dijeron nuestros sabios (Baba Batra 116a): la persona que tiene un enfermo en su casa (Hashem nos guarde) que se dirija al sabio para que el sabio pida la Piedad del Cielo. Porque cuando el justo decreta… Hakadosh Baruj Hu hace que se cumpla el decreto.
Los niños necesitan ser educados de tal forma que vean que un hombre puede llegar a un estado en el que ninguna cosa en el mundo puede separarlo del estudio de la Tora. Como un bebé que se sujeta al chupete de una mamadera con leche, y por más que lo intentemos no podremos separarlo de ella. Así debe ser el hombre cuando estudia Tora con santidad y pureza, como amamantando del manantial dulce y agradable de la Tora.
Es muy conveniente si no indispensable grabar este sentimiento sagrado en el corazón de cada niño, y en especial cuando son pequeños.
El maestro del rab jaim Mibrisk se llamaba rabi David Blind’eer, y lo apodaban “Deer Blindeer”, el ciego, porque no “veía” más allá de sus cuatro codos (cuatro codos, aproximadamente dos metros cuarenta centímetros, refiriéndose, desde luego, a los cuatro codos de la Halaja, la Ley). Vivió en Rusia, en los tiempos en que hubo una gran opresión hacia los iehudim, decretos terribles. Pero, al parecer, los decretos del malvado gobierno ruso no eran para él, y también cuando se firmó el decreto que prohibía a los iehudim estudiar Tora, y en especial, enseñar Tora a los niños, el juntó decenas de niños en un sótano y les enseñaba Tora.
De pronto, en pleno estudio de Guemara, profundizando en un Tosafot que parecía irresoluble, entra un oficial de la KGB al sótano. Se detuvo la respiración de todos los presentes. Todos parecían congelados, como fotografiados. Y más, estaban seguros de que sería el final para todos ellos. Todos en ese estado, menos rabi David, que no perdió la tranquilidad ni por un instante. Se acercó al oficial y… le dio una flor de cachetada!
Una muerte con gran cantidad de torturas era un castigo demasiado liviano para un pecado como éste. Abofetear a un oficial ruso que descubre al pecador con las “manos en la masa”, haciendo algo tan grave y prohibido como enseñar Tora a los niños… Todos sabían que había llegado el fin de sus vidas pero no podían imaginar qué terrible castigo le esperaba a rabi David. Para sorpresa de todos, el oficial dio media vuelta, abandonó el lugar y jamás volvió, y a rabi David y a todos los niños que estudiaban con él no les pasó absolutamente nada.
Cuando más tarde el gaon, el “Beis Haleivi” se encontró con rabi David le preguntó cómo se atrevió a poner en un peligro tan grande a todos los niños. Si él mismo quiere poner su vida en problemas, el problema será sólo de él. Pero, ¿quién le permite poner la vida de casi cien niños en semejante peligro?...
El gaon rabi Iaacov Edelshtein, que fue el origen de este relato, agregó y dio a conocer el motivo por el cual el oficial no respondió a la agresión y tampoco castigó a rabi David acusándolo con el gobierno. El golpe que le dio rabi David fue tan fuerte, que le rompió varios de sus dientes, y sintió tanta vergüenza de que alguien pudiera saber que un iehudi, maestro de niños, y además anciano, le haya roto los dientes de un golpe…
Un relato similar escuché en mi niñez sobre el Admur Mizvill, que era conocido por su santidad y hasta se lo comparaba con un Angel. En la época en que vivía en Zvill, el gobierno había prohibido el funcionamiento de los Talmudei Tora (las escuelas para niños) y de las Mikves (donde se hacían los baños rituales, o Tevila). Pero el Admur no hacía caso a los decretos y en su propia casa funcionaba una Mikve y también un Talmud Tora con muchos niños…
Y un día entró a la casa un oficial de alto rango, tomó por la fuerza al hijo menor del Admur y le preguntó dónde estaba su papá. En ese preciso momento el Rebe entra al cuarto, con una mano tomó el cuello del oficial y empezó a ahorcarlo… ¡¿Usted está perturbando el estudio de Tora de los niños de Israel?!!!, le preguntó el Admur con un grito cargado de furia...
El oficial se fue a paso veloz, y ahora, todos los miembros de la casa se preparaban para lo peor. Vendría todo el ejército y atraparían a toda la familia, decretando castigos y torturas para que nadie más se atreva a enfrentar al poderoso gobierno. Y no, otra vez, vemos que no sucedió nada, sino todo lo contrario, desde ese día el gobierno se dirigió al Admur con un gran respeto.
¿Cómo podemos explicar estas extrañas reacciones de parte del gobierno opresor?
Muy simple, cuando en el Cielo está claro que una persona se “entrega” a Hakadosh Baruj Hu, y está dispuesto a servirlo en cualquier condición, frente a cualquier situación y sin debilitarnos ante ningún obstáculo, de inmediato aparece la Siata Dishmaia, la Ayuda del Cielo, que soluciona todo, incluso contra las leyes de la naturaleza.
Traducido del libro Lejanej Besimja.
Leiluy Nishmat
Israel Ben Shloime z”l
Lea (Luisa) Bat Rosa Aleha Hashalom
Iemima Bat Abraham Avinu Aleha Hashalom