Una vez terminado este organigrama del pueblo, la Torá pasa a relatarnos temas que nos sumergen en un mundo completamente distinto, donde prácticamente el orden que caracterizó los primeros capítulos de nuestro libro, Bemidvar, no parece conservarse. Nos referiremos a uno de estos temas, en el cual observaremos una falta de equilibrio que la sabiduría del Creador enmarcó bajo reglas específicas para poder devolver al ser humano su relación correcta con el medio y con los otros hombres, hablamos de los votos hechos por el "nazir" (nazireo) que marcarán un estilo de vida con fines de elevada espiritualidad, como un paréntesis en una vida diaria afectada por bajezas morales y falta de sensibilidad ética.
"Todos los días de su abstinencia será sagrado para Hashem" (Bemidvar 6,8)
Una persona decide un día cualquiera abstenerse de ciertos elementos que forman una vida normal. La pregunta que cabe hacer desde un principio y más aun en nuestros tiempos modernos, ¿Acaso esta persona está actuando correctamente, según el pensamiento de la Torá? ¿Acaso es apropiada el calificativo de "santo" que suelen los demás hombres fijar sobre aquellos abstinentes profesionales? Desde una perspectiva simple solemos ver a una persona que escoge para si despreciar los placeres mundanos, alejarse de la sociedad humana y vivir en silente recogimiento, como alguien extraño, y podemos ver una relación ambigua con respecto a él, por un lado hay quien lo califica de "santo" y por otro hay quien lo designa como "antisocial"; pero en realidad ¿Qué piensa la Torá sobre él?
De nuestra parashá se entiende que tal forma de vida es muy valorada, considerada como un nivel de elevación personal y una pertenencia a ideales de purificación que acercan cada vez más a Hashem.
"Un hombre o mujer que se separe para hacer un voto de abstinencia para Hashem, se separará del vino y del mosto... será sagrado para Hashem" (Bemidvar 6, 2-8).
"Dijo Shimón, el Justo, en toda mi vida no comí de los sacrificios que trae un nazir impuro (en caso de no cumplimiento de su voto), excepto el de uno. Una vez vino un hombre, un nazir del sur, y lo vi que tenía belleza en sus ojos, buen aspecto y sus bucles caían crespos. Le dije: hijo mío, ¿Qué vistes en ti para cortarte tu cabello? (regla del nazir impuro). El me dijo: yo era un pastor de mi padre en mi ciudad, cuando fui a sacar agua de un manantial, me observé en el agua y mi instinto me atacó, entonces estuve a punto de perderme del mundo... Pero le dije a mi instinto: ¡Malvado!, ¿Por qué te vanaglorias en un mundo que no te pertenece? Entonces prometí cortármelo por el cielo...". Shimón, el Justo, se emocionó muchísimo de esta historia y declaró: "Hijo mío, que como tú haya muchos abstinentes en Israel"
Entonces vemos que se considera a este tipo de voto como algo para el crecimiento personal, para la elevación hacia un mejor servicio de Hashem. Pero si es así por qué el nazir debe al finalizar su período de abstinencia traer al Templo un sacrificio llamado "jatat", es decir una ofrenda que trae la persona que se tropezó con algún tipo de pecado. Así la Torá declara:
"E hizo el Cohén uno como ofrenda de pecado (jatat) y otro como holocausto, de tal modo hace expiación por él ya que pecó sobre un alma" (Ibid. 11).
El pecado que define la acción del abstinente debe ser analizado con detenimiento, dentro del marco en el que se desarrollan los conceptos del judaísmo, la capacidad de convivir con todas las fuerzas y energías que el Creador nos dispuso es el punto principal que hace del ser humano una persona con elección, con elección para escoger en la utilización de esas fuerzas correctamente o no; sin embargo no demanda la Torá que tales fuerzas deban ser eliminadas, sino por el contrario la demanda óptima es el autocontrol, definido como la ubicación racional y tradicional de todas nuestras energías en los momentos y lugares correspondientes.
Por este motivo encontramos diversas explicaciones sobre el presunto "pecado" del nazir. Rab Shlomó Efraim Ben Aharón, Klí Yakar, en su comentario a la Torá, cuando comenta este tema precisamente nos remite a una discusión presente ya entre los maestros más antiguos, así "... ya que pecó sobre un alma, pues no se cuidó de la impureza de muerto (que los abstinentes deben guardar de no impurificarse), en cambio Rabí Elazar Hakapar dice (Cf. Nazir 3ª) que es porque se mortificó a si mismo (se separó) del vino". En forma simple, parece que Rabí Elazar hace depender el pecado del nazir del hecho mismo del voto de abstinencia, lo cual es sorprendente, ya que aquella persona que acabamos de calificar como "sagrada", cuyo trabajo personal es alabado, de pronto recibe el calificativo de "pecador", por el mismo hecho que lo definió como "santo".
Para explicar el tema en profundidad, Klí Yakar ingresa en un análisis psicológico de la conducta humana y en especial de los instintos: "se llama al "nazir" pecador porque si hubiera sido una persona pura y correcta, que conduce su vida con lógica (equilibrio) no hubiera necesitado hacer tal voto de abstinencia; porque ¿Quien le impide conducirse con austeridad y alejarse de los placeres mundanos sin hacer ningún voto? Pero por cuanto que necesitó relacionarse con el voto de nazir, esto demuestra que sabe que no podrá detener su espíritu de los placeres, por esto inmediatamente salta y jura contra su propio instinto, lo cual le conlleva mortificación pues sobre aquello de lo cual alguien se haya abstenido, su instinto lo mortificará muchísimo más". Kli Yakar explica que dentro de un mundo ordenado y dentro de elementos morales estables, cualquier persona debería poder comportarse correctamente, sin necesidad de llegar a juramentos ni a votos; pero si alguien debe ingresar al sistema del nazir, probablemente reconoce en si debilidades que no puede controlar. Una conducta ética aceptable está basada en el hecho de la convivencia con el aquí y el ahora, dentro de estos conceptos se desarrolla la vida de la persona unida espiritualmente a Hashem, no son necesarios elementos que nos separen, no es necesario que la persona se transforme en un ermitaño ni que se retire al silencio de los desiertos; por el contrario la vida pública debe estar plasmada de espiritualidad y la lucha en contra de los instintos debe ser parte de los quehaceres cotidianos.
Agrega además Kli Yakar que existe un pecado en el intento de agregar a las prohibiciones que la Torá dispuso, pues en casos de este tipo que la persona intenta aumentar el sistema de prohibiciones, los instintos suelen fortalecerse aun más, en tal caso la Torá misma no proporciona protección, ni aumenta su fuerza para enfrentarse a los instintos "pues no existe fuerza en ella, sino en los temas en que la propia Torá es la causa de ellos". Esto está basado en el equilibrio universal en donde el plano del mundo es la Torá, quiere decir que todos sus conceptos son aquellos que ingresan dentro de los elementos que rigen al mundo y a sus leyes, ya sea material o espiritualmente; por lo tanto donde la Torá fijó moralidad entregó los instrumentos para el desarrollo de esta moralidad, pero en donde no la fijó, tampoco existen los medios para construirla.