"Y ascendió la rana" (Shemot 8:2).
Cuando la Torá nos quiere relatar sobre la segunda plaga, la plaga de las ranas que se dispersaron por todos lados, el versículo nos dice que la "rana" ascendió, en lugar de decir que "las ranas (en plural) ascendieron". El comentarista Rashí nos explica que la razón de esto es que realmente al comienzo D'os había hecho una sola rana que salió del río, pero luego cuando los egipcios la golpeaban entonces salían de ella más ranas.
Rabí Iaakov Israel Kanievsky en su libro "Birkat Péretz" dice que de este episodio podemos aprender una gran enseñanza respecto de la midá (característica) del enojo, pues cuando vieron los egipcios que cada vez que golpeaban esa rana salían de ella más ranas, lo lógico hubiera sido que dejen de golpearla inmediatamente. Pero lo que allí ocurrió fue que la midá del enojo que había en ellos les hacía pensar que si de la rana salían más ranas, entonces con más razón se merecía el castigo de que la golpeen cada vez más. Y es por eso que cada vez que salían de ella más rana el enojo de ellos crecía más y más, y la golpeaban más y más, hasta que finalmente toda la tierra de Egipto se llenó de ranas como dice la Torá.
Esto viene a enseñarnos que es mejor para la persona perdonar y no enojarse. Es preferible que no responda al escuchar que lo insultan, pues de esta manera la discusión finalmente terminará. Mas si él contestará al insulto la pelea sólo continuará pues su reacción será como agregarle leña al fuego.