Durante todo el año en nuestras plegarias sellamos la bendición con las palabras “Rey que ama la rectitud y la justicia”. Sin embargo, en los diez días de Teshuvá (arrepentimiento) cambiamos estas palabras y decimos “Bendito seas D’os el Rey del juicio”.
Nuestra pregunta es: ¿Por qué en estos días ponemos hincapié en Su Reinado y Su juicio?
Se cuenta de un jazán que estaba por comenzar a rezar en el Bet Hakneset delante del púlpito en Yom Kipur. La costumbre es que el Jazán debe comenzar con las últimas palabras - las palabras que concluyen los cánticos de alabanza antes de la plegaria matutina - desde su lugar, diciendo en voz alta las palabras: “El Rey…” y luego camina hasta el púlpito para continuar con el resto de la bendición.
Este hombre piadoso, cuando se dio cuenta de que era el momento de comenzar, se puso a llorar. Lloró y lloró de tal manera que no le salía la voz. Transcurrió un momento, intentó nuevamente pero nada. Ante esta situación se levantó el rabino de la comunidad, y después de que el jazán se calmó le preguntó: “¿Qué te ha pasado, por qué no puedes comenzar el rezo matutino?”.
El Jazán aún conmovido le contestó: “Al querer pronunciar las palabras ‘El Rey’ recordé el relato en el Talmud que cuenta sobre el encuentro de Rabán Yojanán y Vespasiano. Rabán Yojanán le dijo: "¡Qué la paz esté contigo, rey. Qué la paz esté contigo, rey!". Vespasiano le replicó: "Tú estás condenado a muerte dos veces. Una porque yo no soy rey y me has llamado como tal. Y la segunda, porque si yo fuera rey tendrías que haber venido antes”. Al escuchar esto, el rabino le pidió que le explicara a qué se refería. Le dijo el jazán al rabino: “Ahora tengo que proclamar públicamente que Él, el Todopoderoso, es el Rey del universo, ¿ahora vengo a recordar eso? ¿Acaso no lo sabía antes…? Y si realmente lo sabía ¿por qué no me presenté antes delante de Él? Esa es la razón de mi llanto.
Para poder entender este relato, primero debemos entender qué es un rey. El rey gobierna y hace lo que quiere en su territorio, él está sobre la ley y no hay nadie que pueda interferir en sus decisiones. La vida de sus súbditos está en sus manos. Aquel que se revela en contra de él, aquel que no hace su voluntad, merece la pena de muerte.
El rey que no tiene la posibilidad de decretar pena de muerte, que no puede decretar que su gobierno irá a la guerra en contra de otro país, no tiene poderes absolutos. Si tomamos al rey que conocemos hoy en día como ejemplo de lo que es la monarquía, nos estaremos equivocando. Eso no es un rey. Sólo cuando el monarca puede decretar vida o muerte pasa a ser un personaje omnipotente al cual todos temen y a quien todos están dispuestos a servir. Así también, si él da un veredicto, él también puede cambiarlo según su voluntad.
Todo esto que hemos mencionado es la definición de un rey humano, y hoy en día el concepto de reinado es desconocido y extraño para nosotros. Nos es difícil pensar que existe un monarca omnipotente que puede ordenar y su voluntad debe ser cumplida. Las monarquías de hoy en día tienen derechos limitados por la ley, y por lo general el rey es sólo un símbolo en estos países.
Por otro lado, cuando nos referimos al Todopoderoso, a D’os Creador de todo el universo, debemos entender que todo el mundo es Su Reino y El es Rey único sobre toda la creación. Él controla la naturaleza y todo lo que sucede en el mundo ocurre por Su voluntad. Él decreta la vida y la muerte, Él decreta quién enriquecerá y quién empobrecerá, a quien le corresponde estar sano y quien no, quien tendrá éxito y quien fracasará, quien tendrá hijos y quien no. Todas las determinaciones están en “Su mano”.
En estos días que nos quedan antes de Yom Kipur tenemos que despertar y recordar que Él es el Rey, de Él depende todo lo que pasa y pasará en el mundo este año.
En estos días en que los libros de la vida y la muerte están abiertos delante de Él, Rey de reyes, el D’os Todopoderoso que nos juzgó en Rosh HaShaná, tenemos que entender que Él está esperando nuestro cambio. Nosotros nos debemos poner en el nivel de un servidor y hacer Su voluntad. Cambiar el rumbo y comportarnos de acuerdo con lo que Él nos ordena.
La palabra en hebreo TESHUVA que significa arrepentimiento,
también se puede entender como volver a D’os. TESHUV-H
LETRAS EN HEBREO
Nos enseñan nuestros Sabios que la letra “He” tiene dos puertas y una corona sobre ella.
LETRA HE
Aquellos que no hacen la voluntad del Todopoderoso caen por la abertura inferior, y aquellos que están dispuestos a subir y hacer Su voluntad entran por la portezuela superior y toman la corona.
Sin embargo, es sabido que esto no es algo fácil. Cualquier cambio en una persona puede tomar mucho tiempo. Hay que estudiar, hay que aprender a comportarse de acuerdo a los preceptos de la Torá. Y sólo si aprendemos cuál es Su voluntad podremos aprender a comportarnos de acuerdo con ella.
La Torá menciona el título rey por primera vez en la guerra de los cuatro reyes (Génesis 14-1). El relato comienza así: “Y aconteció en los días de Amrafel, el rey de Shinar…”. Rashí nos dice que este rey fue Nimrod, el rey que condenó a Abraham a caer en la hoguera para morir quemado por no querer arrodillarse delante de sus dioses (AMARFEL- AMAR_POL: dijo cae).
El hecho de que la Torá trae la idea de rey en este lugar por primera vez, nos viene a enseñar algo. Nimrod viene de la palabra “mered”, que significa revelarse en contra de. Nimrod se reveló en contra de D’os y se proclamó rey todopoderoso, que tiene el poder de controlar los astros. Como soberano tenía el poder de decretar la muerte de Abraham cuando éste se negó a cumplir el mandato. Sin embargo, Abraham sabía que el único Soberano Todopoderoso es D’os, por lo tanto se dejó caer a la hoguera para santificar Su Nombre, y D’os lo salvó del decreto humano.
Abraham, que proclamaba la unicidad de D’os alrededor del mundo, sabía que el hombre no puede decretar en contra de la voluntad de D’os.
Miremos esto en forma práctica. Si alguien se enferma gravemente y los médicos no le dan mucho tiempo de vida, en ese momento la persona y los parientes recurren a la “última posibilidad”: rezar, dar caridad en su nombre, hacer mitzvot, etc. Finalmente, reconocemos que hay un “Médico Todopoderoso” que puede cambiar la sentencia devolviéndole la vida. Por lo menos en esas situaciones nos damos cuenta de que la vida está en manos de D’os. De todas maneras, nos olvidamos de que existe también una “primera posibilidad”. Si hubiéramos rezado antes por nuestra salud y la de nuestros parientes y amigos, si hubiéramos dado caridad, si hubiéramos cumplido con las mitzvot, tal vez no hubiéramos llegado a esta situación, a esta enfermedad. El Rey ve la humildad, la devoción de sus servidores y no decreta pesar sobre ellos.
Como dijimos anteriormente, cambiar no es fácil, sin embargo debemos saber que todo es posible. Nos enseña el Talmud que aquel que quiere purificarse recibe la ayuda del cielo para hacerlo.
Estos días de TESHUVA - desde el juicio en Rosh HaShana hasta Yom Kipur - son los días más propicios para hacerlo. Todo depende de nosotros, si reconocemos que Él es el Rey y que Él nos pide que volvamos y nos dirijamos hacia Él, recibiremos la ayuda necesaria para hacerlo y lograremos que nuestro nombre sea inscrito y sellado en el libro de la vida.
Él es el Rey del juicio. Él puede cambiar el veredicto para nuestro bien.