"El alma del hombre es la vela de D-os"
(Proverbios)
Las llamas de la Menorá son pequeñas y silenciosas.
En la primera noche de Januká prendemos una vela. Silenciosa y pequeña. Caminamos en el cuarto y apenas notamos su presencia. Como nuestras almas, la llama está ahí. Pero muy sutilmente.
Mientras vivimos nuestros días apresuradamente llenos de ruido y confusión, es fácil perderle la pista a nuestras almas. Hay obligaciones familiares, niños, escuela, la oficina, citas, vacaciones, las noticias de la tarde, la suerte de nuestros equipos favoritos, hacer la cena, leer los e-mails, llevar el auto al taller, regresar libros prestados, regresar llamadas, pagar las cuentas y navegar por la Web.
Y de alguna forma? a pesar de esto, supuestamente, estamos obligados a recordar que cada uno tiene un alma. Que muy dentro de nosotros, nuestra esencia interna quiere hacer más que correr? quiere añorar tocar lo infinito, lo luminoso, lo Divino, lo trascendente?
El encendido de la Menorá crea un nuevo espacio en nuestras vidas. Un espacio donde podemos por un momento, desviar nuestra atención de todo aquello que nos envuelve enfocándonos en la ?profundidad de la vida?. ¿Quiénes somos realmente? ¿Qué sobre nuestro \"yo\" interno que aclamamos que es preciado? ¿Qué queremos hacer con este tiempo tan corto al que le llamamos vida? ¿Por qué queremos luchar, y quiénes queremos ser? muy dentro nuestro?
Cada noche de Januká medita ?profundamente? sobre distintos temas. Pregúntate algo y luego siéntate frente al brillo silencioso de tu Menorá, escuchando el sonido tan suave de tu llama interna. Puede tomar unos minutos o inclusive más, pero ten paciencia y la respuesta llegará.
Cuando llegue, escribe tu respuesta. Después de la primera noche tendrás una respuesta. La segunda noche tendrás dos. Y para el final de Januká, tendrás tanto la Menorá en tu casa, como la llama interna de tu alma, brillando con mayor intensidad.