Revelación del amor de Hashem
El gaon, rabi Bentzion Cohen ztz”l era juez en la ciudad de Zuara, al oeste de Libia, muy cerca de Tunez. Antes de Iom Hakipurim, uno de los integrantes de la congregación le preguntó: ¿por qué la Tora nos ordena comer y beber en la víspera de Iom Hakipurim? ¿Acaso sin la orden no comeríamos y beberíamos naturalmente, para preparar nuestros cuerpos para el día del ayuno? Y más: ¿por qué la Tora considera tan importante esta comida, y nos premia como si hubiéramos ayunado dos días?
Al sabio le gustó la pregunta y le dijo que le contestaría con un ejemplo:
Una mujer tenía un solo hijo, y de tanto que se preocupaba por su único hijo y por su salud, contrató una niñera para que se ocupe permanentemente de él.
Un día, en pleno invierno, el niño volvió a su casa todo sucio y mojado. La niñera lo llevó al cuarto de baño, y abrió la llave de agua fría para sacarle toda la suciedad del cuerpo a toda velocidad, con la ayuda de lana de acero (o, según el país, estropajo, virulana, esponjilla, brillo, etc.)
La madre le gritó: ¿qué pretendes hacer? Vas a enfermar a mi hijo con el agua tan fría, además de lastimarle todo el cuerpo con esos alambres…
La niñera se defendió: es que está tan sucio, me parece que es la mejor forma de limpiarlo.
¿Y qué hay con eso?, dijo la madre, que se apuró a avivar el fuego del horno, trajo agua caliente y empezó ella misma a bañar a su hijo con gran delicadeza, y con una esponja muy suave y blanda…
Frente a este gran día, hicimos un balance de nuestras acciones y descubrimos que estamos muy sucios a causa de nuestros pecados. Le pedimos al Creador un año bueno y dulce, sabiendo que antes, hace falta borrar nuestros pecados, con el ayuno de Iom Hakipurim.
En la orden Hashem Itbaraj nos indica que debemos comer y beber en la víspera del día tan sagrado, y como recompensa por hacer esto que resulta tan simple, nos borra los pecados con amor, con el abrazo de esa madre piadosa, que baña a su único hijo con el agua a punto.
Podemos decir que la misma orden, muestra un amor muy grande, y la preocupación de Hashem por nuestra salud, también cuando hemos pecado.
Esto solo alcanza para despertar nuestro arrepentimiento sincero ante todo lo que hemos pecado a Nuestro Padre, que es en extremo misericordioso, que busca siempre nuestro bien, que hace siempre el bien. Que este sentimiento pueda acercarnos más a Nuestro Padre, con más amor, que seamos inscriptos en el Libro de la Vida, y que pronto podamos ver la Redención (Maian Hamoed).
¡Quién como Tu Pueblo Israel!
Antes de Iom Hakipurim me encontré con un amigo, se lo veía trastornado, y sus sentimientos lo hacían derramar lágrimas. En situaciones como ésta, lo mejor es no hacerse ver como un curioso, hay que conducirse con delicadeza.
Empecé dando los deseos de un buen año, de una buena finalización del Juicio, y como de paso, le pregunté cómo se sentía. Si quería, podría volcar todo el contenido de su corazón. Y si quería, encerrarse en su sufrimiento…
-“Baruj Hashem”, contestó a la última pregunta, y sobre el saludo inicial, me dijo con gran sentimiento: este será un buen año, tiene la obligación de ser un buen año, no es posible otra cosa…
Me causó asombro la respuesta, hasta podría decir que me dio un poco de miedo la profundidad de sus palabras. “Espero que así sea”, le dije, “todos tenemos la esperanza…”
-Yo lo sé, me dijo con los ojos brillantes. Empecé a dejar de lado mis sospechas: algo le estaba pasando… le recordé en ese momento, con mucho tacto, las palabras de la Guemara, que hay siete cosas ocultas para las personas, entre ellas la profundidad del Juicio y el conocimiento del futuro…
-Tienes razón, me contestó, pero ven a escuchar este relato:
Siempre estoy dispuesto a escuchar un relato. Y a relacionarlo con nuestra vida. Más cuando viene de la casa de uno de los justos de la generación, que tenga larga vida y buenos años. Muchos se acercan a él para recibir las bendiciones de su santa boca, y los deseos de piedad. En especial en estos días, recibir la bendición para un buen año, y para pasar el Juicio en Shalom y con Shalom.
-¿Allí fue donde escuchaste la garantía de que tendremos un buen año?, le pregunté.
No, exactamente. Allí recibí la bendición, como todos, me contestó. Pero delante mío, esperando, había un hombre de unos cuarenta años, y cuando llegó su turno, se acercó al justo, y con mucha entrega le hizo su pedido para el próximo año… No le pidió vida, tampoco salud, tampoco dinero…
“Que mis hijos, Gai y Adir, retornen al Camino de Hashem…”
Contó también que él, su esposa y la hija, retornaron gracias a un seminario de la organización “Arajim”, pero que los dos hijos más grandes, a pesar de saber que los padres eligieron el mejor camino, se les hace muy difícil desconectarse de sus amigos. El justo le dio su bendición para que los hijos “despierten” y que de ellos sólo tenga grandes satisfacciones…
Bien, ahora pidió una bendición para su amigo, Vladimir. El retornó al camino pero se enfermó, y últimamente se lo ve muy mal…
El justo le dio una bendición para Vladimir, que tenga curación y larga vida…
-“¿Y para ti?, preguntó el justo, ¿no tienes ningún pedido personal?, ¿no quieres una bendición para ti?
El hombre extendió su mano y el justo, con sus dos manos se la cubrió: tengo dos pedidos para mí, dijo con calidez. El primero, “temor al Cielo”.
-“Todo está en manos del Cielo menos el temor al Cielo”, contestó el justo. Y los sabios nos explican, que en todo pedido que hacemos, Hashem decide y siempre recibimos la respuesta del Cielo, afirmativa o negativa. Menos cuando pedimos temor al Cielo, en este caso, cuando nosotros lo pedimos, lo queremos, lo deseamos, con seguridad lo tendremos… ¿Y cuál es el segundo pedido?
-“Que tenga éxito haciendo volver a más iehudim al Camino de la Tora…”
-Señor del Mundo, ven a ver esto, por favor. Decenas de personas están esperando aquí. ¿Para qué? Para pedir una bendición en vistas al nuevo año. ¿Qué quieren? Vida, abundancia, paz… Casar dignamente a sus hijos, el sustento con tranquilidad. Pero aquí tenemos un hombre, que ahora ha retornado al Camino correcto, ¿y cuáles son sus pedidos?
No vida, no salud, no sustento. Que sus hijos lo acompañen en este Camino, que su amigo recobre la salud. ¿Y para él? Sí, para él también tiene dos pedidos. Temor al Cielo y trabajar para el Cielo, acercar a más iehudim a Tu Camino…
Entonces, dime, con iehudim como estos, ¿qué puede decir el Satan?, ¿alguien puede escuchar sus acusaciones?, ¿acaso no podemos estar seguros de que tendremos un buen año?
Ahora supe, por qué estaba tan seguro, y las lágrimas caían de los cuatro ojos…
Traducido del libro Maian Hamoed.
Leiluy Nishmat
Israel Ben Shloime z”l
Lea (Luisa) Bat Rosa Aleha Hashalom
Iemima Bat Abraham Avinu Aleha Hashalom