Rabino Iosef Bitton
Tora y Halajá

YOM YERUSHALAYIM: Jerusalem y la guerra de los Seis Dias

  El 5 de mayo de 2024 (28 de Iyar) celebramos Yom Yerushalayim, el día que Jerusalem fue liberada.   A PROVOCACIÓN Los estados árabes nunca aceptaron la existencia del estado de Israel. Desde su establecimiento en 1948, los árabes rechazaron toda p
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El 5 de mayo de 2024 (28 de Iyar) celebramos Yom Yerushalayim, el día que Jerusalem fue liberada.

 

A PROVOCACIÓN

Los estados árabes nunca aceptaron la existencia del estado de Israel. Desde su establecimiento en 1948, los árabes rechazaron toda posibilidad de convivencia e hicieron todo lo posible por destruirlo y «echar a los judíos al mar», el eufemismo favorito de los vecinos de Israel para referirse a un segundo Holocausto.

En 1967, Egipto, bajo la presidencia de Gamal Abdel Nasser, comenzó sus provocaciones contra Israel. El 15 de mayo de 1967, las tropas egipcias ingresaron a la península del Sinaí. Recordemos que en 1957 Israel había conquistado el desierto del Sinaí, y al finalizar la guerra hizo «lo que ningún otro país hizo y lo que a ningún otro país se le exige»: Israel aceptó retirarse de la zona conquistada en la guerra, con el fin de llegar a un acuerdo de paz con Egipto. Vale la pena aclarar que, de acuerdo a la ley internacional, los territorios conquistados militarmente, especialmente cuando la guerra fue provocada por el enemigo, son considerados legalmente parte del territorio del vencedor. ¡Pregúntenle a Rusia!. Las condición que pidió Israel para la retirada de ese territorio conquistado fue que la zona se mantuviera desmilitarizada y que las fuerzas de paz de las Naciones Unidas estuvieran apostadas en la península para evitar el paso de las tropas egipcias. Así se acordó que unos 3.500 soldados de la UN se estacionarían allí y los Estados Unidos y otras poderosas naciones europeas se comprometieron a garantizar este acuerdo para proteger a Israel .

En 1967, Egipto, Siria y Jordania, con la ayuda de Iraq, Arabia Saudita, Túnez, Marruecos, Argelia, Libia, Kuwait, Pakistán, la OLP y Sudán, decidieron atacar y destruir al joven Estado de Israel. El ejército árabe combinado, apoyado y suministrado principalmente por la URSS, contaba con 465.000 tropas, 2.880 tanques y 900 aviones. En comparación, Israel contaba con 264.000 soldados (de los cuales 200.000 eran reservistas), 800 tanques y 300 aviones. El presidente egipcio Gamal Abdel Nasser movilizó sus tropas en el desierto del Sinaí. Expulsó a las fuerzas de paz de la ONU e inició otras acciones que fueron consideradas un acto de guerra, como cerrar el canal de Suez. Estaban tan confiados en su superioridad militar que los estados árabes celebraron la victoria y se regocijaron por la destrucción del Estado judío incluso antes de que comenzaran la guerra. El 5 de junio de 1967, Israel lanzó un ataque preventivo, que comenzó lo que se conoce como la Guerra de los Seis Días. Israel no sólo sobrevivió a los ataques de un ejército mucho más numeroso y fuerte -sin ayuda estadounidense- sino que también conquistó la Península del Sinaí, Judea y Samaria y las alturas del Golán. Y el aspecto más importante de la victoria israelí fue que 1900 años después de su destrucción por los romanos, el 28 de Iyar 1967, Israel liberó y recuperó el control de Yerushalayim (Jerusalem). Ese fue probablemente uno de los días más felices de la historia del pueblo judío, la culminación de la independencia de Israel que comenzó en Yom haAtzmaut, 1948.

Muchos milagros ocurrieron en la guerra de los Seis Días y muy especialmente en las batallas de Yerushalayim. No deberíamos sorprendernos. En la Torá HaShem le prometió al pueblo de Israel que si seguimos Su voluntad, incluso si nos encontramos superados en número, HaShem intervendrá en nuestro favor. Él peleará con nuestras tropas, nos protegerá y evitará nuestra destrucción (Debarim 20, 1-4): "Cuando salgas a pelear contra tus enemigos y veas caballos y carros y un ejercito más numeroso que el tuyo, no tengas miedo de ellos; Porque HaShem tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, estará contigo ... HaShem tu Dios ira contigo, y peleará contigo contra tus enemigos, para salvarte ... “. Hemos tenido el privilegio de ver con nuestros propios ojos como las promesas de HaShem se cumplieron en los milagros que tuvieron lugar durante la guerra de los Seis Días.

En Shirat haYam (Éxodo capítulo 15), la canción que el pueblo de Israel cantó después de derrotar a los egipcios y cruzar el mar, tenemos una clara indicación de cómo HaShem "va a la guerra con nosotros" para derrotar a nuestros enemigos: Su "Modus Operandi", por así decirlo, cuando interviene en nuestro favor.  La Torá dice: "Las naciones oirán y temblarán ... los jefes de Edom se aterrarán, los jefes de Moab serán dominados por el pánico, por el poder de Tu brazo estarán petrificados [de miedo] inmóviles como una piedra.  Una y otra vez la Torá repite que HaShem interviene infundiendo miedo en nuestros enemigos.

El siguiente es sólo uno de un sinnúmero de testimonios de soldados que lucharon en la guerra de los Seis Días y fueron testigos de esta intervención Divina.

Israel, un taxista israelí que fue reclutado para luchar en la Guerra de los Seis Días como paracaidistas asignada a la conquista del Estrecho de Tirán, dijo a su regreso de la guerra:

"Después de aterrizar en el Sinaí, me enviaron con otro soldado, un electricista, para patrullar la zona. Cuando nos habíamos distanciado dos kilómetros, un camión militar egipcio apareció ante nosotros lleno de soldados y montado con ametralladoras por todos lados. Sólo teníamos armas ligeras con unas cuantas balas que no podían detener al camión ni por un segundo. No podíamos retroceder, por lo que nos quedamos allí parados, desesperados, esperando el primer disparo. Y por falta de una mejor idea, apuntamos nuestros fusiles a ellos. Pero los disparos no llegaron. El camión egipcio se detuvo, y decidimos acercarnos con cautela. Encontramos en el interior del camión a 18 soldados egipcios, sentados, con las armas en la mano, y con una mirada petrificada en sus rostros. Nos miraron con gran temor,  como si pidieran misericordia. Les dijimos: "¡Manos arriba!" Cuando estábamos marchando y volví a un estado de calma, le pregunté al sargento egipcio que estaba a mi lado: "Dime, ¿por qué no nos disparaste?.  No lo sé -dijo el sargento- mis brazos se congelaron y quedaron paralizados. Todo mi cuerpo estaba paralizado y no sé por qué” ¿Por qué no nos eliminaron? No tengo una respuesta lógica. ¿Cómo se podría pensar que Dios no estuvo con nosotros en esta guerra?".

 

 

¿QUÉ ACUERDO DE PAZ?

Pero en mayo de 1967 las fuerzas egipcias violaron este acuerdo, cruzaron el canal de Suez, invitaron formalmente a las fuerzas de paz de las Naciones Unidas a retirase y simplemente invadieron el Sinaí. Para la sorpresa de Israel, las fuerzas internacionales que estaban allí con el propósito explicitó de impedir una incursión egipcia, ¡se retiraron inmediatamente de la zona de conflicto! Las naciones garantes ignoraron por completo su compromiso y no reaccionaron . Qué gran lección para nuestros días: recordar que Israel no puede confiar en aliados o en fuerzas internacionales de paz cuando más se los necesita…  Egipto también bloqueó el estrecho de Tirán, impidiendo la salida de embarcaciones israelíes por el Mar Rojo. Esto se consideraba ahora un acto de guerra. No hubieron protestas internacionales en Harvard o Columbia university y ninguna nación del mundo salió en defensa de Israel. Nadie hizo nada contra Nasser, ni sanciones internacionales ni embargos.

Israel quedaba una vez más sola y abandonada. La pasividad cómplice de las superpotencias le dio más entusiasmo a Nasser y al ver que ningún organismo internacional se oponía a sus provocaciones y nadie acudía a la ayuda de Israel y muy seguro de su victoria por su superioridad militar, puso a Egipto a la cabeza de una coalición de 5 países árabes que declararon a viva voz que el final de Israel se estaba acercando. La radio de El Cairo transmitió el siguiente mensaje en hebreo: «El presidente Nasser anuncia que nuestro objetivo es apoderarnos de Israel y… liberar Palestina. ¡Oh, sionistas! ¡100 millones de soldados los destruirán! Prepárense, porque 100 millones de árabes van a cavar vuestras tumbas».

TSAV SHMONE 

Tal como lo hizo este año luego del 7 de Octubre, Israel convocó a todas las fuerzas de reserva a presentarse (???? ????). El estado de ánimo de los judíos era muy pesimista. Todos conocían la diferencia de fuerzas entre los países árabes e Israel. En ese entonces, Israel contaba con 2 millones y medio de habitantes, mientras que los países árabes que enfrentaban a Israel (Egipto, Siria, Líbano , Jordania e Irak) tenían más de 100 millones. Los ejércitos árabes tenían 4 veces más tanques que Israel y 3 veces más aviones, incluyendo los modernos MiG de fabricación soviética que en ese momento se consideraban invencibles. Israel solo contaba con aviones franceses MIRAGE que ya estaban obsoletos. Y nadie ignoraba que esta guerra se definiría en las batallas aéreas. En Israel se estaban cavando trincheras y también miles de tumbas en los kibutzim y en los parques nacionales, en espera de lo peor. Miles de ataúdes de madera ya estaban preparados… 

LA UNIDAD DE ISRAEL

El 22 de Iyar del calendario hebreo, que correspondía al 1 de junio de 1967, tuvo lugar un evento muy especial y sumamente positivo. Tan positivo que me atrevería a sugerir que este fue el evento que nos hizo merecer el milagroso triunfo en la guerra de los Seis Días: los judíos de Israel dejaron de lado sus diferencias políticas y se unieron. No solo en las calles, en los cafés y en las sinagogas, sino también en el lugar más dividido del mundo judío: la Keneset, el parlamento de Israel. Por primera vez desde la creación del Estado de Israel, «todos» los partidos políticos, que hasta hoy siguen muy divididos, se unieron en un «gobierno de unidad nacional». Judíos religiosos y no religiosos, sefaradíes y ashkenazíes, de izquierda y de derecha, todos, como dice el Midrash, «como un solo hombre, con un mismo corazón». Ese gobierno unido y unificado tomó una decisión absolutamente audaz y valiente: no iban a esperar a ser atacados, sino que actuarían de inmediato.

¿PLAN SUICIDA?

El plan israelí era disminuir el poder de la fuerza aérea del enemigo. Los ejércitos árabes de Egipto, Siria, Jordania e Irak contaban con unos 600 aviones, 400 pertenecían a Egipto. Nasser ya había anunciado que sus aviones estaban listos para bombardear Tel-Aviv y Jerusalem. Israel tenía solo 200 aviones y decidió atacar con prácticamente «todos» sus aviones el día lunes 26 de Iyar de 5727 (5 de junio de 1967). El resultado de esta operación definiría la guerra. La operación se llamaría “MIBTZA MOQUED” y era de altísimo riesgo, prácticamente una operación suicida. ¿Por qué? Porque los egipcios contaban con equipos de radares y artillería antiaérea muy eficaces. Y estaban naturalmente en un permanente estado de alerta. Se esperaba que Israel perdiera la mayor parte de sus aviones en ese ataque, pero no había otra alternativa…

DIOS EN LA HISTORIA

A las 7.15 horas de la mañana del lunes 26 de Iyar despegaron los aviones de la fuerza aérea de Israel con la misión de destruir la mayor cantidad de aviones y aeropuertos militares del ejército agresor en tierra. Los aviones volaban muy bajo, a 20 metros sobre la superficie, y evitando toda comunicación electrónica entre ellos, para evitar ser detectados y atacados por los sistemas de defensa antiaérea.

A las 7.45 de la mañana se produjo un ataque simultáneo a 11 bases militares aéreas egipcias, en Sinaí, Suez, el Arish etc. Los aviones israelíes, primero destruyeron las pistas de aterrizaje con bombas que penetraban el cemento, de manera que ningún avión enemigo pudiera despegar. Una vez inutilizados los aeropuertos, destruyeron los aviones del enemigo en tierra. 

A las 9.05 de esa mañana Israel ya había eliminado a la mitad de la fuerza aérea egipcia, y había dejado fuera de funcionamiento la mayoría de sus pistas de aterrizaje. 

¿COMO LLEGAMOS A JERUSALEM? 

Mientras Israel estaba destruyendo todos los aeropuertos y las bases militares egipcia, el presidente egipcio, en un estado de negación patológico y con una arrogancia faraónica, le mintió al mundo y anunció en la radio que EGIPTO ESTABA GANANDO LA GUERRA. 

Y entonces sucedió algo impensable: el rey Hussein de Jordania ¡se lo creyó! Y al pensar que Israel estaba debilitado, esa misma mañana decidió sumarse a la batalla. Pero Israel, con toda su fuerza aérea intacta y habiendo ya dejado fuera de batalla all enemigo más poderoso, Egipto, se defendió de los ataques jordanos. Y luego de 3 días de sangrientas batallas en las que perdieron la vida casi 800 soldados judíos, Israel se enfrentó probablemente a la sorpresa más grande en 2.000 años de su historia: Jerusalem, nuestra amada Yerushalayim, había sido abandonada por el ejercito jordano, que huyó derrotado y humillado. La sorpresa era total. La oportunidad de conquistar Jerusalem era impensada. NO ESTABA en los planes de nadie: ¡excepto en los planes de Dios! No la buscamos nosotros. Fue un REGALO DEL CIELO. Como lo definió Abraham Rabinovch con el perfecto título que le dio a su libro: "The Battle for Jerusalem: An Unintended Conquest" ("La Batalla por Jerusalem: Una Conquista Involuntaria").

CUANDO EL MILAGRO ES LO QUE NO SUCEDE

Pero hubo otro evento providencial, un poco más sofisticado, que nos hace pensar en lo limitada de nuestra perspectiva humana y en cómo los planes divinos son de largo alcance. 

En 1948 perdimos Jerusalem y la ciudad Santa quedó como territorio soberano de Jordania. Y en 1948 muchos habrán pensado: “¿Por qué Dios no nos ayudó a conquistar Jerusalem?”. Pero en una visión política retrospectiva fue muy importante, providencial que no conquistamos Yerushalayim. ¿Quieren saber por qué? Porque en 1948, cuando antes de la guerra de la Independencia se hablaba de la futura división de Palestina en dos estados, uno para los judíos y otro para los árabes, el consenso de las Naciones Unidas era que, por su importancia histórica para las 3 grandes religiones, Jerusalem no podía pertenecer a ningún país en particular y ¡MUCHO MENOS A LOS JUDÍOS!, sino que DEBÍA CONVERTIRSE EN UNA CIUDAD BAJO CONTROL INTERNACIONAL. Si en 1948 hubiéramos triunfado contra Jordania y hubiéramos conquistado Jerusalem, se habría transformado en una ciudad internacional y revertir eso hubiera sido políticamente imposible recuperarla como nuestra ciudad capital. Fueron los jordanos —y no los judíos los que conquistaron Jerusalem — y para sorpresa de nadie, cuando Jordania estableció su soberanía sobre Jerusalem, ¡NADIE LE DEMANDÓ LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LA CIUDAD SANTA! Jerusalem fue declarado automáticamente territorio jordano soberano. Y por eso, y solo por eso, cuando en 1967 Israel conquistó Jerusalem, ¡el argumento para internacionalizarla perdió su justificación! Aunque, por supuesto, el descontento de las naciones del mundo de que la ciudad “más importante del mundo” sea judía, continuó y continúa hasta nuestros días, y es por eso que todavía la mayoría de los países se niegan a reconocer a Jerusalem como capital de Israel. 

 

Hoy, 28 de Iyar, Yom Yerushalayim, es un día de una alegría ilimitada que debe ser dedicado a reconocer la intervención Divina y agradecerle al Todopoderoso por el regalo más hermoso, que sin buscarlo, literalmente, nos cayó del cielo. 

 

Leilui Nishmat Meir ben Gabriel Tubi ?"?

Rabino Yosef Bittón
Sitio web: www.halaja.org

 


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