Dijo el Baal Shem Tob: Cuando vemos los defectos de otros, es una señal que Hashem mandó, para mostrarnos que nosotros somos los que tenemos esos defectos y podamos corregirlos.
Existe una Mitzvá que debemos juzgar a nuestro prójimo para bien. Aunque muchas veces es difícil hacerlo, debemos hacer un esfuerzo y llegar a cumplirlo.
Está escrito en Pirké Abot: “Yeoshua Ben Perajiá Omer… Heve Dan Et Kol Haadam Lekaf Zejut” – “Yeoshua Ben Perajiá dice: … juzga a toda persona para bien”.
Explica Rab Ovadia de Bartenura, que cuando se nos presenta alguna oportunidad de juzgar a alguien por alguna acción que haya hecho y ésta persona no se considera ni buena ni mala o la acción no se nota si es buena o mala; debemos juzgarlo para bien.
Está escrito en la Guemará, que la persona que sospecha de algún hombre Kasher (que se considera buena persona), tendrá un castigo muy grande.
Así como pasó con Moshé Rabenu. Cuando Moshé le dijo a Hashem que el pueblo de Israel no le va a creer que iban a salir de Egipto, Hashem le contestó que meta su mano en su cuerpo; Moshé lo hizo, y al sacar su mano de ahí, se dio cuenta que estaba llena de lepra. Éste castigo se lo mandó Hashem, ya que dudó del pueblo de Israel que no iban a creerle, ya que el pueblo de Israel realmente sí tuvo confianza y reconocimiento en Hashem y en el mismo Moshé.
Convertirse en siempre juzgar para bien
Cuando la Mishná nos escribe a cerca de juzgar bien al compañero, nos dice así: “Heve Dan Et Kol Haadam Lekaf Zejut” – “Juzgarás a toda persona para bien”.
La palabra Hevé, significa que “uno mismo debe ser una persona dedicada a juzgar para bien”, es decir, “convertirse” en una persona que siempre juzga para bien. Convertirse en un nuevo “ser” y debemos cambiar nuestra mente y prejuicio de negativo a siempre positivo.
Juzgar hasta que uno se ponga en su lugar
Nos dicen nuestros Jajamim: “Que la persona no juzgue al compañero, sino hasta que uno mismo se ponga en su lugar”.
Las palabras “en su lugar” abarca mucho y quiere decir: “Que haya vivido en la misma casa, con la misma familia, con la misma situación económica, mismos problemas, misma vida, etc.,” por cuanto que es imposible estar en la misma situación del compañero, no debemos juzgarlo.
Uno no conoce la situación del compañero, ya que hay muchos factores que influyen en lo que haya hecho, y esos factores no los conocemos. Incluso que nos pongamos en su lugar; debemos pensar que si estuviéramos exactamente en su lugar, haríamos peor las cosas que él.
Así como dijo un famoso escritor: “Si de veras llegásemos a poder comprender, ya no podríamos juzgar”.
Sólo Hashem tiene el derecho de juzgar
Sólo Hashem conoce la situación total y completa de la persona para poder juzgarlo. Hashem es el símbolo de la verdad, en hebreo, "???" “Emet”, la letra Alef, es la primera letra del abecedario y la letra Taf, es la última, y la letra Mem, es la letra intermedia. Esto nos enseña que Hashem conoce toda la situación completa y él sabe la situación de cada uno; a diferencia de nosotros, que estamos limitados a esa información.
Así como dijo un hombre muy sabio: “No debemos juzgar a un libro por su tapa”.
Al juzgar para bien, cumple una Mitzvá de la Torá
Escriben los Jajamim, que si vemos a alguien que está haciendo algo incorrecto, debemos buscarle algo bueno dentro de ese acto, para juzgarlo para bien.
Escribe Rab Alexander Ziskind: “Si vemos a alguien que está haciendo algo incorrecto, ya sea algún acto prohibido, o algo en contra de Hashem, debemos juzgarlo para bien y buscarle algo bueno dentro de lo que hizo, para que lo juzguemos para bien”.
Y no sólo eso, sino al momento de juzgarlo debemos pensar que estamos cumpliendo con la Mitzvá de “Betzedek Tishpot Amiteja” – “Con justicia juzgarás a tu pueblo”. Incluso que realmente lo que hizo fue algo incorrecto y no se podría encontrar nada bueno en su acto, igualmente cumplimos con la Mitzvá de “Betzedek Tishpot Amiteja” y debemos saber que en ese momento, estamos dándole satisfacción a Hashem en juzgarlo para bien.
Si no pudimos cumplir la Mitzvá de juzgarlo para bien, debemos de buscar la manera de en alguna ocasión hacerle un favor o ayudarlo en algún momento.
Si juzgamos para bien, el compañero cambiará
Dijo Rab Najman MiBresleb: ¡Si juzgamos a nuestro compañero para bien, él cambiará y mejorará, ya que la influencia que se creó al juzgarlo para bien le influye y esto hace que cambie para bien!
Juzgar para bien - Reprochar al prójimo
Ahora que ya sabemos que debemos juzgar para bien al prójimo incluso que el acto parezca incorrecto, debemos entender la manera de contestar la siguiente pregunta: Si debemos juzgar al prójimo para bien y pensar que el acto que hizo estuvo correcto; ¿Cómo vamos a cumplir la Mitzvá de “Ojeaj Tojiaj” – “Debemos reprochar al compañero (al hacer algo incorrecto)?
Contesta Rab Moshé Shuab que existe una conducta interior y exterior.
Exterior: Si vemos al prójimo hacer algo incorrecto, seguro que debemos reprocharlo y amonestarlo, ya que es una Mitzvá y obligación de todo Yehudí reprender al prójimo al hacer algo incorrecto a los ojos de Hashem (hay muchos detalles de cómo reprochar y cúando reprochar).
Interior: Pero la conducta interior de la persona, lo que debe pensar y sentir uno al ver el acto incorrecto, es juzgarlo para bien, y buscarle algo positivo dentro de lo que hizo.
Y con esto estará cumpliendo una Mitzvá de “Betzedek Tishpot Amiteja” – “Con justicia juzgarás a tu pueblo”.
Quien juzga para bien, lo juzgan para bien
Nos cuenta la Guemará una historia que podemos observar la grandeza de los Jajamim para juzgar para bien.
En una ocasión Rabí Akibá le trabajó 3 años a Rabí Eliezer Ben Hurkenus y cuando terminaron esos años de contrato, le pidió su pago por todos esos 3 años que no se los había pagado.
Le contestó Rabí Eliezer que no tenía dinero. Le pidió Rabí Akibá que le pague con ganado, y le volvió a contestar que tampoco tenía; entonces le pidió que le pague con ropas y su respuesta fue que tampoco tenía; hasta que Rabí Akibá se fue de ahí sin nada después de trabajar 3 años, sin recibir nada en ese tiempo.
Después de un tiempo llegó Rabí Eliezer con Rabí Akibá con mucho dinero y una carga de 3 burros con comidas, bebidas y de los mejores manjares para pagárselo a Rabí Akibá por su pago que le debía.
Le preguntó Rabí Eliezer a Rabí Akibá: Cuando te dije que no tenía dinero, ¿qué pensaste? Le contestó Rabí Akibá: ¡Tal vez donaste todas tus pertenencias al Kodesh (al templo o para alguna Mitzvá)!; Rabí Eliezer le juró que así había sido.
Le dijo Rabí Eliezer: ¡Así como tú me juzgaste para bien, Hashem te juzgará para bien!
Hashem ama a quien ama lo que él ama
Si una persona ve una obra de arte y el artista de la obra se encuentra a su lado; éste artista amará más a la persona que alabe su obra de arte más que a la persona que no valore su obra de arte.
Así mismo Hashem: Cuando una persona valora y ama a las creaciones de Hashem, es decir, ama a toda le gente sin distinción, Hashem mismo amará a esas personas, ya que alaba y ama lo que Hashem creó.
Sabemos que le Pirké Abot es una guía y libro de enseñanzas de ética, mejorar nuestras virtudes, etc. Hay una Mishná que está dentro de Pirké Abot y no nos enseña nada. La pregunta es ¿Para qué está esta Mishná si no nos enseña nada?
Dice la Mishná: “Rabí Yojanan tenía 5 alumnos: Rabí Eliezer Ben Urkenus era como un pozo sellado que no se le sale ni una gota; Rabí Shimon Ben Netanel tenía temor de Hashem; otro que era como un manantial que va creciendo cada vez más, etc.”, y así menciona las virtudes de cada uno de los cinco alumnos.
¿Qué nos viene a enseñar la Mishná?
Contestó Rab Yaakob Salomón: “Lo que la Mishná alabó y valoró las virtudes de esos Jajamim es la enseñanza que nos quiere dejar la Mishná. “El hecho de alabar y valorar a una persona, es la enseñanza que todos debemos aprender y cumplir día con día”.
Luego de que el avión ascendió, Rab Shlomo notó que el Rabino americano sacaba un libro de su portafolio y se acercaba para leerlo. Aún desde el lugar donde estaba sentado, el Rab Shlomo pudo observar que no era un libro de Torá. Definitivamente era un libro secular, y el Rab Shlomo se quedó algo sorprendido. ¿Qué con la Mitzvá de Ublejtejá Baderej – Y estudiarás Torá en el camino? El mismo Rab Shlomo había llevado consigo dos libros de Torá para el largo viaje y aunque se daba cuenta que no todos seguían su ejemplo, sentía que al menos el Rabino americano debía hacerlo.
Unas horas más tarde, cuando los rayos del sol comenzaron a salir, varios hombres se encaminaron hacia el fondo del avión para formar un Minián para rezar Shajrit, la oración matutina. El Rabino americano se quedó en su asiento y el Rab Shlomo lo notó y no le pareció correcto. El Rabino americano no estaba dormido, sino realmente había visto a todos esos hombres pasando junto a él para ir al rezo. El Rab Shlomo pensó: Este hombre viste como un Tzadik y es observante únicamente en los lugares donde lo conocen. Pero en un avión, que nadie lo conoce, actúa como un judío no religioso. ¡Qué hipócrita!
Cuando se sirvió la comida, el Rab Shlomo miró a ver si ese Rabino decía las Berajot. Para su sorpresa, el hombre comía sin Berajot, así mismo al finalizar de comer no dijo se Berajá correspondiente que era Birkat Hamazón.
El Rab Shlomo estaba más nervioso cada vez. Necesitó de todo su autocontrol para abstenerse de decirle algo al hombre americano. No obstante, decidió que si hubiera un grupo de gente con aspecto religioso en el aeropuerto de Ben Gurión para saludar a este llamado “Rabino”, él les informaría que era un impostor.
Cuando el avión aterrizó y los pasajeros hubieran pasado por el control del pasaporte y la entrega del equipaje, el Rab Shlomo caminó tras el americano para ver quién lo esperaba. Para su asombro, cuando el hombre pasó a través de la aduana, y dejó la terminal, había ciertamente un grupo grande de gente ortodoxa esperando para recibirlo.
El Rab Shlomo estaba por hablarle a uno de los hombres del grupo, cuando notó que todos se encaminaban hacia una vieja camioneta de color gris. La parte de atrás estaba abierta y allí, el Rab Shlomo pudo ver a un ataúd; que era la madre de ese Rabino americano. Este hombre había llegado de los Estados Unidos para enterrar a su madre en Israel. El Rab Shlomo se llevó su mano abierta hacia la frente con un gesto de repentina comprensión de lo que había visto en las últimas doce horas. Este Rabino norteamericano era un Onén, es decir, una persona que fallece un familiar, le está prohibido cumplir cualquier Mitzvá; no puede estudiar Torá, ni rezar, ni decir Berajot. Y ahora, para vergüenza suya, el Rab Shlomo se dio cuenta de que, erradamente, había sospechado y culpado a este hombre de tantas transgresiones.
Se saltó la reja para ir a la Tebilá sin pagar
Un hombre fue a la Tebilá un viernes en la tarde y vio que una persona se estaba saltando la reja de la Tebilá, que ahí es necesario ingresar dos dólares para entrar a la Tebilá y él no estaba pagando. Este hombre empezó a imaginarse que esta persona es un ladrón y que es un farsante, ya que está viniendo a la Tebilá para purificarse y lo hace de una manera prohibida, etc.
La persona que se saltó pensó que la gente iba pensar mal de él, así que se volteó y le dijo a todos los que estaba viendo que él ya había pagado sus dos dólares, sólo que la máquina había fallado. Y sí era real.
La gente se avergonzó, ya que se dieron cuenta que habían juzgado para mal.
Pasó una historia sorprendente en una escuela en Israel.
El maestro llegó tarde 15 minutos a la escuela y uno de los niños, le muestra el reloj al maestro al llegar a la clase. El maestro pensando que le está recordando que llegó tarde, le da una bofetada y se enoja mucho con él.
En la tarde llegó la mamá de este niño a la escuela para pedir una explicación de la bofetada. El maestro antes de escuchar cualquier cosa, le reclama también a la mamá de este niño y le dice que tiene un hijo muy maleducado, ya que éste niño le estaba “reclamando” al maestro por haber llegado tarde a la clase.
Cuando el maestro “dejó hablar” a la madre, le explicó que ese día su hijo había estrenado un reloj nuevo que había recibido de cumpleaños y como quería mucho a su maestro, era al que primero se lo quería enseñar.
¡Por supuesto que el niño no quiso reclamarle nada al maestro, sólo le quería enseñar su reloj nuevo!
¡Imaginemos la cara de este maestro al escuchar esto!
“Es mucho más difícil juzgarse uno mismo que juzgar a los demás. Si logras juzgarte correctamente serás un verdadero sabio”.
Consejos para juzgar para bien
Vamos a escribir varios consejos que nos ayudarán a juzgar para bien:
Hacer Tefilá a Hashem para que nos ayude.
Entender por qué el otro, está haciendo lo que está haciendo.
Aceptar las diferencias entre el compañero y uno mismo.
Entender la perspectiva de los demás.
Ver nuestras propias faltas y defectos.
Invierte en esa persona; hacer algo bueno por ellos.
No auto criticarnos, ya que si nos auto criticamos, también criticaremos a otros. Todos tenemos defectos. Así es el diseño de Hashem.
Rabí Yojanan nos enseña en la Guemará: Hay seis mitzvot por las cuales uno recibe dividendos en este mundo y el capital se le reserva en el Mundo Venidero y estas son:
Recibir invitados.
Visitar a los enfermos.
Concentrarse durante las plegarias.
Levantarse temprano para estudiar Torá.
Criar a los hijos para que estudien Torá.
Juzgar a las personas favorablemente.
Pirké Abot 1, 6.
Shabat 97a.
Rab Jonatan Rietti.
André Malraux.
Yesod Veshoresh Haaboda Shaar Abodat Haleb.
Vayikrá 19,15.
Likuté Moharan 282.
Mishel Aabot Pirké Hadrajá Vehacavaná hoja 162.
Así explica el Sheiltot Perashat Shemot.
Shabat 127b.
Del libro Along the Maggid´s Journey, de Rab Pesach Khron.
Alenu Leshabeaj 238.
Antoine de Saint Exupery, escritor francés.
Masejet Shabat 127a.