Adaptación Rav Gabriel Guiber
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La Nueva Hoja Nueva - Bo-17

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PLAGAS EN SALMUERA

“ven (y Yo iré contigo) con el faraón” (Shemot 10,1)

“Y Hashem le dijo a Moshe, vamos con el faraón”. Así comienza nuestra perasha, como introducción a la plaga de las langostas, que será la próxima que se precipite sobre Egipto. “Porque Yo endurecí el corazón del faraón y el corazón de sus siervos, para poner sobre ellos mis señales en medio de ellos. Y para que le cuentes en los oídos de tus hijos y de los hijos de tus hijos, de qué forma Yo me burlé de Egipto, y sobre las señales que puse sobre ellos, y sabrán que Yo Soy Hashem”.

Esa burla de la que habla el versículo, ¿qué es? ¿Y por qué aparece exclusivamente aquí, antes de la plaga de las langostas?

“Y Hashem le dijo a Moshe, vamos con el faraón”. Y dijo rabi Shimon Bar Iojai en el Zohar Hakadosh: ahora es el momento de revelar los secretos, que estaban guardados en el mundo de las alturas y aquí en este mundo. Lo que está escrito en el versículo “vamos con el faraón”, habría sido más digno de escribir: “ve con el faraón”, ¿y por qué “vamos”? Para indicarnos e indicarle a Moshe que Hakadosh Baruj Hu lo haría entrar a un salón y a otro salón más interior, hasta llegar a la raíz de las fuerzas de la impureza.

Y Moshe sintió miedo, por eso el Bore Olam peleó, El Mismo, contra esas fuerzas, como está escrito: “y sabrán que Yo Soy Hashem”.

Por lo tanto “vamos con el faraón” significa, entrando a un salón, y posteriormente a otro salón..., hasta llegar a la fuente, a la raíz, al mismísimo faraón. “Vamos con el faraón”, ¡junto a Mí! (dice Hashem).

En estas palabras, dice el Zohar Hakadosh, están encerradas una de las profundidades más secretas de la Tora, y en general, nosotros no podemos ocuparnos de las cosas ocultas.

Tal vez, hay algo en lo que sí se nos dio permiso a pensar y analizar, en los testimonios de rab Shimon Bar Iojai, como este secreto, el cual está atrapado en nuestro mundo, se revela ante nuestros ojos, y muestra una metáfora en la plaga de las langostas.

¿Cómo?

En todas las plagas hasta el momento, los egipcios fueron golpeados y también humillados. Vieron la “Mano” del Creador del Mundo que transformó las aguas en sangre. Subieron las ranas y se llenaron de piojos. Llegaron las fieras salvajes y la peste invadió toda la tierra. Fueron golpeados con las erupciones y llovió el granizo. Con el final de cada plaga quedaban golpeados, destruidos y humillados. Con la plaga de la sangre, no tenían agua para beber y murieron todos los peces del río, al desaparecer las ranas, las montañas de ranas muertas aumentaban sus sufrimientos. Si algo quedó por destruir después del paso de los animales salvajes, la peste golpeó a todos los animales del campo. Las molestias producidas por las erupciones en la piel, quedaron pequeñas ante el granizo demoledor, con la caída de agua y fuego, que se encargó de exterminar todo lo que alcanzara a tocar.

Entendieron que estaban midiéndose frente a una Fuerza Superior, proveniente del Cielo, y más fuerte que ninguna otra cosa. Y como le dijeron al faraón ante la plaga de la langosta: “¿ahora sabrás que Egipto será destruida?, con la peste, el granizo y las siguientes plagas (Rashbam).

Y en verdad, ¿qué pensaba el faraón? El faraón pensaba que se podía “negociar” entre las dos “ideologías”. Ellos con su cultura y nosotros con nuestra cultura. Ellos con su D-s,  nosotros con el nuestro. Si esa resulta ser la visión, y esa es la posición, entonces también con la segunda de las culturas puede ser preferible a la cultura superior, y no verá como algo correcto o adecuado, doblarse y dejarse dominar. Ustedes son una institución y yo también lo soy. Ustedes son los representantes de la Santidad y yo soy el representante de la impureza. Ustedes llevan la bandera de las cosas buenas, y yo la de las malas. Yo soy como un cocodrilo (Iejezkel 23,3). Mi realidad es propia. Y lo que ustedes ven como una maldición, yo lo veo como una bendición. Lo que ustedes desaprueban, invalidan, yo lo refuerzo.

A la vista, esta ideología, aparece en la plaga de la langosta. Llega una plaga terrible, que cierra los ojos de la tierra (todo se hace oscuro de tantas langostas), y a su paso no queda nada. El faraón pide: “sáquenme solamente esta muerte”. Pero que hizo él con esa muerte, llenaron frascos y frascos de langostas en agua y sal (Rashi, Shemot 10,19), hicieron una comida sabrosa, transformaron el mal en un manjar...

Y está escrito en el Midrash (Shemot Raba 13,17): cuando llegó la plaga de la langosta, los egipcios se alegraron. Dijeron: juntemos todas las langostas, llenaremos con ellas frascos de alimentos para vender, y nos haremos millonarios. Dijo Hakadosh Baruj Hu: malvados, les traje una plaga, ¿y ustedes se alegran? De inmediato, Hashem hizo cambiar el viento hacia el mar, un viento muy fuerte que se llevó la langosta. No quedó ni una langosta en toda la tierra de Egipto. Inclusive las que estaban encerradas en los frascos se escaparon de allí. Y dijeron nuestros rabanim (Midrash Meein Ganim), que las langostas vivas se llevaron también a las muertas.

Y aquí podemos encontrar algo mucho más profundo: vamos con el faraón, que tus ojos puedan ver todo lo que no hay aquí, no hay cocodrilos. Lo malo no tiene fuerza, no tiene consistencia. La suciedad es vacía y hueca. Que nadie piense que están jugando con sus plagas. Al final quedarán sin nada, como la trampa que no tiene animales, como la red que no tiene peces.

Fuimos ordenados a recordar todos los días la Salida de Egipto, porque esto tiene un mensaje permanente y a la vez eterno: aquí no se manifiesta una conjunción de culturas, no hay una adaptación entre sistemas. Ya le dijo el Maran, Hajazon Ish ztz”l a un personaje público de ese entonces, muy importante: que ellos tenían el carrito de compras vacío, y eso los obliga a dirigirse a nuestro carrito de compras que está rebalsando, lleno.

Y al escuchar las palabras se sintió herido: ¿con qué derecho el Jazon Ish se refirió a la estructura socialista de aquel entonces comparándola a un carrito de compras vacío? De los florecientes productores agrícolas, exportamos naranjas. De los deportes y los cantos, la predisposición al trabajo. Y hoy, ¿qué queda de todo eso? Ni siquiera el carrito de compras oxidado y agujereado. Ellos pensaron preparar un manjar con las plagas, construir una nueva cultura a partir de renegar a nuestras raíces. Vemos que la cultura se escapó y en los frascos quedó sólo el agua con sal. La educación resultó estar llena de violencia y de drogas, y el resultado es un nivel académico que raspa el suelo: “me han abandonado, a la fuente de aguas de vida, y si ellos cavan pozos, los pozos se rompen...”, entonces, cuando todo toca fondo y estamos tan sedientos, volvamos a la fuente de aguas de vida.

Traducido del libro Maian Hashavua.

Leiluy Nishmat

Israel Ben Shloime   z”l

Lea (Luisa) Bat Rosa    Aleha Hashalom

Iemima Bat Abraham Avinu    Aleha Hashalom

 



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