Una fe tangible
Esta historia verídica nos ilustra de una forma clara que Tzadik be emunató yijié – el justo con su fe vivirá.
Había un judío que acostumbraba por muchos años asistir diariamente a una clase de el Daf Hayomi (*) dictada por un rabino en su barrio.
El día del casamiento de su hermano en Jerusalem, él sabía que no tenía posibilidad de asistir a esta clase sin perderse la jupá de su hermano.
Con mucho pesar se acercó este hombre al rabino que dictaba la clase, y le pidió un consejo: mañana no quisiera perder la clase después de tantos años que asistía ininterrumpidamente a ese shiur, sin perderse ni una de ellas, pero por el otro lado, tampoco podía atrasarse al casamiento de su hermano.
El rabino le contestó que no se preocupe, que tenía en su posesión una casete de esta misma clase que había dictado hace 7 años en el ciclo anterior del Daf Hayomi, y que con mucho gusto podría prestarle la grabación, así podría escuchar el shiur en el auto en su viaje a Jerusalem, sin perderse ninguna clase. El hombre se alegró mucho con esta idea, y así lo hizo.
En el camino a Jerusalem, introdujo la casete en el toca-cinta del auto y junto a toda su familia, comenzaron a escuchar la clase con mucha atención.
De repente, en la mitad del camino, se formó un gran embotellamiento, los autos estuvieron parados por un tiempo, los minutos pasaban, una tras otro, y el tráfico casi no avanzaba.
Este judío empezó a sospechar que tal vez no llegaría a tiempo para la jupá de su hermano, y sin pensarlo dos veces, cruzó la doble línea blanca y se adelantó por el otro carril. Pasaron 2 minutos y escuchó un sonido conocido – ¡la sirena de la policía!... El hombre se asustó mucho e instintivamente volvió a cruzar la línea blanca hacia su carril, sabiendo que ahora la policía lo iba a multar y tal vez le anulará la licencia de conducir.
Y en ese preciso momento, en el carril que ilegalmente había transitado hace unos instantes, pasó rápidamente un camión!! Sorprendido, se dio cuenta de que si no hubiese regresado en ese preciso instante a su carril, quien sabe lo que hubiese pasado con ellos, si hubiesen podido sobrevivir a semejante choque.
Durante varios minutos el conductor no pudo seguir manejando, la secuencia de los sucesos acontecidos en los últimos minutos eran inentendibles. En un instante, cometió el error de salirse de su carril, escuchó a la policía y tuvo mucho miedo de perder su licencia y de la multa que le iban a imponer, y un minuto después, tuvo el mérito de una salvación inmensa, ahora solamente le queda bendecir la braja de hagomel. (**)
Miró en todas las direcciones, sus ojos nerviosamente buscaban al policía que indirectamente había salvado sus vidas, pero no lo encontró, en todo su entorno no se veía ni siquiera una patrulla de policía, ni su sirena luminosa.
Con todo su asombro, y todavía sin poder reaccionar, su hijo volvió para atrás la casete de la clase de torá para poder escuchar los minutos que habían perdido, en ese instante, nuevamente volvieron a escuchar la sirena de la policía. De pronto entendió el conductor todo lo que había pasado, Di-s preparó hace 7 años una patrullera de policía al lado del beit hakneset donde se estaba dictando esta clase, para que se escuche un sonido muy claro y muy cercano, y todo esto para que en otros 7 años sea salvada la vida de este judío y de toda su familia. Y todo con una coreografía perfecta. El sonido fue producido hace 7 años para ¡el preciso momento en que se necesitaba esa salvación! ¿Y con que mérito? Con el mérito de la emuná en Hashem de que el estudio constante de una hoja de guemará diaria es lo mas importante de la vida. “marbe Torá, marbe jaim” - aumenta en Torá, aumenta en vida.
Este relato fue escuchado de boca del hijo del Admor de Lelov zz”l, Rav Elimelej Biderman Shlita.
(*) Daf Hayomi
El Daf Yomi es el nombre de una iniciativa iniciada por el rabino Meir Shapira de Lublin, basada en el estudio diario de una hoja de todos los tratados del Talmud babilónico - 2.711 hojas –una página por día para completar el ciclo cada siete años
(*) Braja de HaGomel
Es una bendición para agradecer a Dios por Su bondad, incluso con aquellos que no lo merecen.