QUIERO SER UN ANGEL
De acuerdo a la Palabra de Hashem viajaron los hijos de Israel y de acuerdo a la Palabra de Hashem acamparon (Bamidvar 9,18)
Dice el Midrash (Bamidvar Raba 2,3): Hakadosh Baruj Hu manifiesta su amor tan grande por su pueblo cuando les hace “banderas”, como a los Angeles que se sirven, y así somos reconocidos. ¿Y de dónde sabemos que esto muestra Su Amor por Israel? – pregunta el rab hagaon Arieh Shejter ztz”l – aunque vimos que – también – Shlomo Hamelej dijo “con las banderas sobre mí puso Su Amor”. Sigue diciendo el Midrash: cuando Hakadosh Baruj Hu se reveló sobre el Monte Sinai, bajaron con El, veintidós mil Angeles, y todos estaban hechos como “banderas-banderas”. Cuando Israel ve a los Angeles hechos “banderasbanderas”, comenzaron a desear las banderas, y dijeron: “ojalá que nosotros también estemos hechos banderas, como ellos”. Les dijo Hakadosh Baruj Hu: “¿qué?, ¿ustedes desean estar hechos banderas?, ¡por vuestras vidas!, que Yo completaré vuestros pedidos”. Y, de inmediato, Hakadosh Baruj Hu les informa, y le dice a Moshe: ve y haz de ellos banderas, como lo desearon…
Desde luego, no estamos hablando de un palo largo con un pedazo de tela rectangular que ondea en lo más alto. El significado es otro… tiene que ver con el orden… Encontramos, que todo asunto de orden y banderas, fue establecido para los Angeles. Los hijos de Israel vieron a los Angeles con sus banderas, y ellos también tuvieron el deseo. Dijo Israel: ¿por qué, sólo los Angeles tienen este mérito? También nosotros queremos parecernos a ellos y hacer como sus acciones… Todos los días, se crean miles, millones, tal vez muchos más Angeles, y sólo vienen para decir una sola vez “Kadosh, Kadosh, Kadosh”. Después de eso, ellos ya cumplieron su función, y desaparecen del mundo. El momento de recitar la “Kedusha”, implica un orden completo, un gran temor, santidad y pureza. Nosotros nos paramos en la Tefila, como cuando los Angeles se paran en la cima del mundo, y hacen escuchar con temor, todos juntos, en voz alta, la Palabra del D-s viviente, y Rey del Mundo. Todos los Angeles abren sus bocas con santidad y pureza, con cantos y melodías, y bendicen y alaban, embellecen y admiran, santifican y hacen reinar el Nombre de Hashem, el Rey Grande, Fuerte y Temible. Los Angeles reciben y aceptan el reinado del Cielo, unos y otros, y entonces, ellos dicen con espíritu tranquilo, en un lenguaje claro, con temor: “Santo, Santo, Santo, Hashem Tzevakot, que llena la tierra con Su Honor” (de las bendiciones del Shema en la oración matutina). Todo se sucede con un orden completo. Y encontramos en el Midrash, que si un Angel se adelanta a decir “Santo…” antes que sus compañeros – inclusive – con un segundo de anticipación, de inmediato será quemado. Preguntó el “Jafetz Jaim”: ¿y por qué, nuestros sabios, no preguntan qué sucedería con el Angel que se atrasa? La respuesta es muy sencilla: no existe la posibilidad de que un Angel se atrase, porque el deseo de decir “Santo…” es tan fuerte, que sólo podemos sospechar en uno de los Angeles un adelanto a su compañero, pero que alguno se atrase, resulta imposible… Todo esto frente a los Angeles, ¿y qué hay con nosotros? Vemos que nosotros queremos compararnos a los Angeles, y hacer sus mismas acciones. ¿Acaso nosotros sabemos valorar el mérito enorme que tenemos al poder recitar la misma Tefila que los Angeles? Muchos de los Angeles, tienen ese mérito sólo una vez en sus vidas. Una sola vez dicen “Santo…” y con esto cumplieron con la finalidad para la que llegaron al mundo. Pero, para nosotros, no hay límite. Día tras día, entramos al Beit Hakneset y volvemos a decir “Santo…” Entonces, ¿por qué – en nuestro interior – no se enciende ese fuego y la elevación que encontramos en los Angeles?
Dijo David Hamelej (Tehilim 5,8): y yo, gracias a Tu gran Favor, vengo a Tu Casa, y me inclino frente al Santuario de Tu Santidad, con temor… El rey David alaba al Creador por el Favor que hace con él, al darle la posibilidad de venir – cada día – al Beit Hakneset, para rezar, frente a El. ¡Un mérito tan grande! ¿Y nosotros? Hashem también hace con nosotros el Favor y nos hace posible rezar en el Beit Hakneset, ¿por qué vemos como si somos nosotros los que le hacemos el favor a Hashem cuando vamos a rezar?… Rezamos a toda velocidad, balbuceamos las sílabas, y hasta tragamos palabras… sin poner intención, sin pensar. ¿A esto lo llamamos Tefila? Rashi, en el tratado de Berajot (hoja 4b), trae las palabras de nuestros sabios: ¿por qué hay que “juntar” la Gueula (la bendición Gal Israel) con la Tefila (Amida)?: el que no junta la Gueula con la Tefila, ¿a qué se compara? Se compara con una persona muy querida del rey, que viene y golpea a la puerta del cuarto del rey. El rey sale y encuentra que este hombre desapareció, entonces, también él desaparecerá. Un hombre golpea el portón del palacio. Antes de que la puerta se abra, el hombre abandona el lugar, pensando en volver más tarde. El rey abre el portón para ver quién viene a verlo, y no encuentra a nadie. ¿Cómo debe verse esta situación?, ¿cuál será la respuesta del rey? Pero – dicen nuestros sabios – nosotros queremos estar cerca del Creador, y para eso, nos acercamos a El, y le pedimos que nos acepte, con alabanzas sobre las maravillas en la Salida de Egipto, y Hakadosh Baruj Hu se acerca a nosotros, y así, estando cerca de El, ahora, podemos pedirle por nuestras necesidades…
En la bendición hay ochenta y siete palabras, que nos señalan (Shir Hashirim 5,11): “Rosho Ketem ?“?) Paz-87)” (como decir que con su pensamiento hace desaparecer las piedras preciosas). Y debemos ser muy meticulosos al recitar estas palabras, no agregar ni quitar de las ochenta y siete palabras”. Leemos en la perasha: según la Palabra de Hashem, viajaron los hijos de Israel, y según la Palabra de Hashem, se estacionaron…
Y le respondió a rabi Shalom: está escrito “Vediglu Alai Ahava”, y nuestros sabios, en el Midrash (Shir Hashirim Raba 2,1), estudiaron del versículo, que cuando el pueblo de Israel llama “Eiva”, a la “Ahava”, como, por ejemplo, en lugar de decir “Veahavta” (en el Shema Israel), decimos “Veaiavta”, dice Hakadosh Baruj Hu: “Vediglu Alai Ahava”, y se llena de satisfacción como los padres de un bebé se llenan de alegría con cada sílaba nueva que pronuncie el bebé, también, cuando no se entienda nada… Dijo rabi Shalom: Tus palabras son correctas. Pero todo está muy bien cuando estamos hablando de un bebé de unos dos añitos. Tal vez, podrías decirme, ¿cómo van a sentirse los padres, cuando su hijo siga hablando como un bebé de dos años, después de haber cumplido los dieciocho años?… Seguramente, esto no les provocará, ni tranquilidad ni alegría, sino solamente un gran sufrimiento… Arieh Shaag.
¿ IMAGINACION ?
Y Miriam habló con Aharon sobre Moshe… (Bamidvar 12,1)
Nuestra sagrada Tora es tan verdadera, hasta el punto que no oculta ninguna cosa no buena que suceda. Y también, cuando los que hicieron estos son los “grandes” del mundo, como Aharon y Miriam. Además – dice el rab hagaon Arieh Shejter ztz”l – la Tora nos cuenta con lujo de detalles, sobre el castigo y la “medicación” necesaria. Y de aquí, aprendemos sobre lo grave que es el pecado del “Lashon Hara”. Sobre el “Lashon Hara” está escrito: flecha que corta su lengua (Irmiahu 9,7): las palabras viajan más rápido que un misil (incluso que el hipersónico)…
Y nuestros sabios agregan, que con la palabra podemos destruir el mundo entero. Además, la Tora nos enseña sobre la obligación de juzgar a toda persona para bien (buscar méritos en nuestros semejantes). El “Jazon Ish” ztz”l dice que siempre, estará presente una discusión entre la imaginación y la mente. Y también, cuando nosotros sabemos que la mente tiene la razón, la imaginación tiene el éxito suficiente para convencernos – muchas veces – y hacernos creer que la imaginación muestra la realidad…
Gran cantidad de veces, nosotros vemos algo, y – de inmediato – sacamos conclusiones, hasta sobre cosas que no hemos visto. Veamos un ejemplo sencillo: Una familia, tiene en su casa, desde hace diez años, una mujer que ayuda en las labores domésticas. Ella nunca tocó – siquiera – un centavo… Y si alguna vez, dejaron sobre la mesa una montaña de billetes, nunca faltó nada. Y sucedió un día, que el dueño de casa dejó su reloj de oro sobre la mesa… Pasado cierto tiempo, descubre que el reloj desapareció. El hombre está seguro, que esa señora, levantó su mano sobre algo que no le pertenece, y tomó el reloj de oro. Pero, ¿cómo puede estar seguro de eso?…
Durante diez años, ella – jamás – tomó nada que no fuera suyo.
Tenemos una prueba fehaciente de su honestidad, que grita a toda voz que ella no toma nada que no sea de su propiedad. ¡Pero el reloj desapareció! – se queja el dueño de casa – yo veo con mis propios ojos que el reloj no está, y después de que no había nadie en la casa – aparte de ella – a la fuerza debemos decir que ella lo tomó… Después de llegar a semejante conclusión, aparece la incertidumbre sobre si preguntarle a la mujer – avergonzándola – o no preguntar y dejar pasar. O, tal vez, sin que se dé cuenta, revisarle su bolso y sacar de allí el reloj robado… pero de algo el dueño de casa está seguro, de que ella fue la que tomó el reloj, su corazón se lo dice, y su culpabilidad se fortalece a medida que pasa el tiempo. Vamos a tratar de investigar, ¿cómo es posible que el dueño de casa esté tan seguro? Es algo sabido, que las personas olvidan si recitaron la bendición “Asher Iatzar” o no… Y si corremos semejante peligro para olvidar una bendición, de seguro que podemos olvidar otras cosas. ¿Acaso no es posible que haya puesto el reloj en el bolsillo del pantalón, y después se haya cambiado el pantalón? Intentemos pensar, ¿cómo vamos a sentirnos si en unos días, encontramos el reloj, y lo que hicimos fue – simplemente – culpar a una persona honesta… ¡Qué rápido sospechamos!, y no sólo eso, nos permitimos contarlo…
Está bien, no lo hacemos públicamente, pero sí de boca a oído: cuídate de tal persona que ya una vez me robó… y no pensamos en las cosas terribles que puede provocar este chisme… y sólo por haber juzgado para mal… ¡Qué importante es saber diferenciar entre la imaginación y la realidad!, no todo será como lo entendemos a “primera vista”. Hay muchas inclinaciones que nos llevan a pensar de tal o cual forma. Y es posible que cosas que vemos como clarísimas, no lo sean tanto.
¡¿Cómo podemos dudar de una persona sin una prueba concreta?! La mentira y la imaginación se encuentran entre nosotros, y tanto, que ya no podemos confiar en ninguna persona, inclusive cuando hay testimonios. ¿Y en quién podemos confiar? Nuestros sabios afirman que hay varios niveles de credibilidad con respecto a los diezmos. El nivel más alto está en el “Javer” (Talmid Jajam), en quien se puede creer con los ojos cerrados. Y dijeron, en el tratado de Avoda Zara, que si este hombre tiene una caja con frutas y verduras, y se va a dormir, y muere mientras duerme, es posible comer los frutos, porque estamos seguros que no tendrá en su poder algo sin diezmar. Y la Guemara afirma que aquí no se trata de una duda, podemos apoyarnos en él con certeza. Y no sólo eso, afirmamos que si estuviera cansado, no se iría a dormir sin antes diezmar sus frutos. Así es tan grande la verdad del “Javer”. Después del “Javer”, tenemos a la persona calificada como “honesta en sus diezmos”. Es decir, si le preguntamos, y nos dice que los frutos están diezmados, podemos creerle sin sospechar. Pero, si no le preguntamos, no podemos apoyarnos en que – normalmente – diezma sus frutos. Sigue en la lista el ignorante. Tal vez, sabemos que toda persona ignorante entrega sus ofrendas (Teruma), pero no todos son meticulosos con el resto de los diezmos. Por eso, a pesar de que el ignorante nos afirme que ha diezmado sus frutos, no le creemos. De todas formas, dijeron nuestros sabios, en el Talmud Ierushalmi (tratado de Demai), que si le preguntamos durante el Shabat, le creemos, porque el temor que tiene la persona – inclusive el ignorante – en el Shabat Kodesh, provoca que sienta miedo de mentir…
Desde luego, tendrán que poner frente a mí a un ignorante de esos tiempos, que no mentían en Shabat, porque el temor del Shabat estaba sobre ellos. Y de aquí podemos aprender ¡qué grande era el Honor que se le brindaba al Shabat en tiempos pasados!… ¡y cuán lejos estamos hoy!
Arieh Shaag.