D-os le dice a Moshé que va a endurecer el corazón de Paró para que a través de plagas milagrosas el mundo conozca para siempre que El es el Unico D-os. Se le advierte a Paró sobre la plaga de las langostas y lo severa que será. Paró acepta liberar sólo a los hombres, pero Moshé insiste en que todos deben ir. Durante la plaga, Paró llama a Moshé y a Aarón para que saquen a las langostas, y admite que ha pecado. D-os pone fin a la plaga pero endurece el corazón de Paró, y Paró no los libera.
El país, excepto por el Pueblo Judío, es inmerso en una oscuridad palpable. Paró llama a Moshé, y le dice que saque a todos los judíos de Egipto, pero que dejen sus ganados. Moshé le responde que no sólo se llevarán todos sus ganados sino que también Paró tendrá que darles del suyo propio. Moshé le dice a Paró que D-os traerá una plaga más, la muerte de los primogénitos, y luego los Hijos de Israel dejarán Egipto. D-os endurece el corazón de Paró otra vez, y Paró le advierte a Moshé que si lo ve otra vez, lo mandará a matar.
D-os le dice a Moshé que el mes de Nisán será el primer mes del calendario. Se ordena a los Hijos de Israel que tomen un cabrito en el décimo día del mes, y que lo guarden hasta el día 14. Para entonces, todos deben matar al cabrito como sacrificio de Pesaj, poner la sangre en la puerta de la casa y comer la carne. La sangre en la puerta será una señal para que D-os pase de largo sus casas cuando mate a los primogénitos de Egipto. El Pueblo Judío deberá recordar este día como el Exodo de Egipto, y no comerán más jametz en los días de Pesaj.
Moshé transmite los mandamientos de D-os, y el Pueblo Judío los cumple perfectamente. D-os manda la plaga final, matando a los primogénitos, y Paró deja ir a los Judíos. D-os le dice a Moshé y a Aarón las leyes concernientes al pidión habén (redención del primogénito varón), y a los tefilín.
"... Una fiesta de Hashem para nosotros" (10:9)
Se suele decir que a las empresas de catering no les gustan los casamientos judíos.
No se hace mucho dinero haciendo el catering de casamientos. No se obtiene gran margen de ganancias. La mayor parte del beneficio proviene del consumo de bebidas alcohólicas. Y los judíos no son para nada grandes bebedores.
Las estadísticas demuestran que los judíos poseen la más baja incidencia de alcoholismo de todos los grupos étnicos.
¿Por qué?
El niño judío prueba por primera vez el vino cuando tiene nada más que ocho días de vida. El mohel (el encargado de realizar la circuncisión) suele colocar unas cuantas gotas de vino en la boca del bebé. En otras palabras, el primer contacto que tiene este jovencito con el vino se produce en el contexto de una mitzvá. Esa experiencia se fortalece a lo largo de la niñez. Cada viernes a la noche y Shabat a la mañana, el niño judío oye el Kidush, que se pronuncia sobre un vaso de vino. Y a él también le dan de probar. Cuando termina el Shabat, en el servicio de Havdalá, el vino vuelve a jugar un papel central.
En las fiestas, el vino adquiere gran preeminencia. Y en Purim, una de las mitzvot del día nos manda beber hasta que no podamos distinguir entre Mordejai el bendito y Haman el maldito. En Pesaj, el niño ve que sus padres beben cuatro copas de vino, que simbolizan los cuatro aspectos de libertad tras la servidumbre egipcia.
El niño judío no le tiene miedo al alcohol. No lo percibe como un método de escapismo, algo donde ahogar sus penas, sino, más bien, como un elemento que combina lo físico con lo espiritual. Su contexto es puramente positivo.
El judaísmo, a diferencia de algunas religiones, no pregona el ascetismo como la ruta ideal hacia la espiritualidad. No ve a este mundo como un campo minado donde lo físico está al acecho del hombre. No. El mundo es un recurso. O bien dejas que te domine, o bien lo utilizas como un medio para acercarte a D-os.
Cuando Moshé le dijo al Faraón que partían para hacer un festival para Hashem, dijo que era "una fiesta de Hashem para nosotros".
Para ser un judío santo, no hay que mortificar la carne, sino que hay que elevarla. Cada fiesta de Hashem es también "para nosotros". Para que participemos de los maravillosos regalos de este mundo y, al experimentar los placeres de este mundo en su contexto adecuado, podamos alcanzar una apreciación más grande de Aquél Que nos dio todos esos magníficos presentes.
Lejaim! A la vida!
"Y no le quebrarás ningún hueso (a la ofrenda de Pesaj)" (12:46)
En la Segunda Guerra Mundial, durante el bombardeo de Londres, fueron evacuadas gran cantidad de familias. A veces, la familia debía dividirse, y algunos de los hijos eran transportados a sitios remotos, como por ejemplo, Canadá, mientras que los restantes permanecían junto con sus padres en la relativa seguridad de la campiña inglesa.
Se podrán imaginar la tremenda emoción que sentieron esas mismas familias al reunirse, una vez finalizada la guerra. Pero tras la emoción inicial, se hacía evidente que el lazo entre los padres y los hijos que se habían quedado a su lado era mucho más fuerte que la relación de los padres con los hijos de los que se habían separado durante más de cuatro años.
Nos da la sensación de que porque amamos a nuestros hijos, les damos. Sin embargo, la afirmación inversa está mucho más cerca de la verdad: porque les damos a nuestros hijos, los queremos. Cada vez que nos levantamos a medianoche para darles un vaso de agua o cambiarles el pañal, les estamos dando, y eso hace que los queramos. ¿Qué fue lo que faltó en la relación entre los padres y sus hijos evacuados? Cuatro años sin levantarse a medianoche a darles un vaso de agua...
Lo mismo ocurre en nuestra relación con Hashem: cuántas veces oímos decir "¡Cómo querría tener la fe que tienes tú!, pero qué puedo hacer si no la siento". La verdad es que la acción conduce al sentimiento. El "darle a Hashem", haciendo lo que Hashem quiere que hagamos, es el equivalente espiritual de levantarse a medianoche para darle un vaso de agua a nuestro hijo.
Por eso Hashem nos da tantas mitzvot que nos ayudan a recordar el Exodo. Si solamente necesitáramos un recordatorio, ¿no bastaría con comer un pedazo de matzá? Pero Hashem nos da una multitud de mitzvot, para que nos afecte profundamente, emotivamente, y el corazón se vuelque a su Creador.
Esa es la historia del Exodo. D-os sacó al pueblo judío de Egipto para demostrar que El está vivo y que el mundo subsiste gracias a El.
Y para que no olvidáramos este "concierto único e irrepetible", nos dio "souvenirs": la mezuzá para que pongamos en la puerta, tefilín para que nos atemos en los brazos. El que posee estos recordatorios vive la vida como si tuviera permanentemente un hilo rojo atado al meñique... no se puede olvidar.
Y no sólo eso, sino que D-os hizo que todas las generaciones recrearan los eventos de este gran "concierto de la naturaleza", en todas las generaciones, durante el Seder, para que cada generación supiera que aquello verdaderamente había ocurrido.
Por ese motivo, D-os no actúa ante el pedido de cualquier ignorante que viene y afirma que no cree que hubo en verdad un concierto. Hay millones de fans que aún poseen sus pianitos blancos de recuerdo, traspasados cuidadosamente de generación en generación, para demostrar que los otros están equivocados.
"Y será una señal sobre tu brazo, y un adorno entre tus ojos, pues con mano fuerte Hashem nos sacó de Egipto" (13:16)
Había una vez una niña prodigio que, a la edad de tres años, sabía tocar Rajmaninof mejor que el más experto. Se organizó un concierto para que tocara en público. Varios meses antes, se pegaron en las calles posters y la T.V. anunciaba que se iba a realizar un concierto, y solamente uno. Y para que ese evento único no se olvidara, se venderían souvenirs del concierto: por ejemplo, una pulsera con un pianito de concierto blanco, o una tiara con un piano encima... La mañana después del concierto, los periódicos se volvieron locos tratando de hallar superlativos para poder describir el acontecimiento. Cerca de un mes más tarde, dos maleducados que no habian llegado a tiempo y se perdieron el show aparecieron en la casa de la niña, exigiendo un show "a la fuerza".
"Sí... es verdad que todo el mundo dice que estuvo sensacional... leímos los periódicos y todo, pero nosotros no lo creemos. Si ahora la traen a la sala y la hacen tocar en ese piano que tienen, entonces sí vamos a creer que es tan buena como dicen; si no, no lo creemos..."
Cuando Hashem creó el mundo, no había dudas de que fue El que hizo que todo existiera, y que El sabía todo lo que sucedía en el mundo y que El se ocupaba de hasta el más mínimo detalle de lo que ocurre en este mundo.
Desde la época de Enosh, el nieto de Adam, la gente comenzó a equivocarse con respecto a D-os. Y hasta hubo quienes negaron Su existencia por completo.
Otros aceptaban la existencia de un poder divino, pero afirmaban que estaba tan alejado y era algo tan exaltado que únicamente tenía conocimiento del reino espiritual, pero ellos no sabían lo que ocurría en este mundo.
Un tercer grupo admitía la existencia de un dios que sabe todo lo que ocurre en este mundo inferior, pero no le interesa lo que hacemos. En otras palabras, que creó el universo y después, por decirlo de alguna manera, se fue a jugar al golf...
D-os decidió de una vez y para siempre acabar con todos esos errores. A través de una serie de milagrosos acontecimientos, alterando la naturaleza, D-os demostraría que El crea y controla la naturaleza.
Las plagas de Egipto fueron esos acontecimientos milagrosos.
Pero ¿cómo la mera alteración de la naturaleza puede demostrar que D-os creó la naturaleza? El hecho de que puedo arreglar un auto no significa que pueda construir un auto.
Para responder a este interrogante, debemos entender la naturaleza de este cambio en la naturaleza a mayor profundidad.
Cuando D-os creó el mundo, lo hizo a través de las Diez Frases: "En el comienzo..." "Que haya luz...", etc. Las diez plagas fueron la inversión de las Diez Frases. Eran sus contrapartes negativas. La primera frase corresponde a la décima plaga, la segunda frase corresponde a la novena plaga, etc.
Por ejemplo, la segunda frase "Que haya luz" corresponde a la novena plaga, la plaga de la oscuridad. La plaga de la oscuridad no fue simplemente la falta de luz, sino que D-os alteró todo el orden de la Creación, por lo que la luz se convirtió en la ausencia de la oscuridad. En lugar de haber fotones de luz que perforan la negrura, durante la plaga de la oscuridad, los fotones de oscuridad perforaron la claridad.
Ahora podemos comprender por qué esas plagas demostraron que D-os crea y controla la naturaleza . Porque no se trataba de desviaciones de la corriente normal de la naturaleza, sino más bien de la recreación de la propia naturaleza.
"Y le dirás a tu hijo ese día, diciendo: 'A causa de esto, Hashem obró para mí'" (13:8)
Un hecho real. Los Angeles. Un judío ortodoxo en reunión de negocios en un restaurante. Sus compañeros estaban muy intrigados por el hecho de que él se negaba a beber del vino de ellos. E insistieron en que les explicara el motivo. Tras vacilar unos momentos, finalmente les explicó que los Sabios habían decretado que el judío debe beber únicamente vino kasher, a causa de las libaciones de vino que habían realizado los paganos en sus prácticas idolátricas.
Sus colegas no lograban entender que en 1997, tantos años después de que hubieran cesado los ritos idolátricos, siguiera teniendo vigencia semejante decreto.
Y cuando alzaron las copas en dirección a los labios, a punto de desearse un mutuo "¡Salud!", escucharon las palabras del mozo que servía el vino:
"Disculpen que escuché su conversación, pero resulta que yo soy neo-pagano, y antes de servir el vino, siempre vuelco un poco de vino en la cocina, para mis dioses..."
Los participantes se quedaron helados, con las copas en el aire.
En la Hagadá de Pesaj, el hijo malvado le dice al padre: "¿Qué es este avodá (servicio) para ustedes?", queriendo decir: "te puedo asegurar que cuando existía la idolatría en el mundo, tenía sentido traer como sacrificio un cordero, el símbolo de la idolatría egipcia. Pero ahora, ¿quién adora ídolos? ¿Qué es este servicio para ustedes?"
La respuesta es "a causa de esto". La historia no es una causa; es un efecto. Los hechos ocurren para que podamos hacer mitzvot, no al revés.
Hashem contempló la Torá y creó el mundo. Las mitzvot anteceden al mundo. Tienen primacía frente al mundo, tanto por su cronología como por su importancia.
La razón por la cual tenemos la mitzvá de honrar a nuestros padres no se debe a que tenemos padres y por lo tanto debemos tratarlos con respeto. El hombre bien podría haber sido creado como un organismo unicelular autoreproductor.
La razón por la cual tenemos padres es para que podamos cumplir con la mitzvá de honrarlos.
Del mismo modo, la razón por la que se realiza el sacrificio de Pesaj no es para recordar un hecho histórico, sino que el hecho histórico es el método a través del cual podemos cumplir con la mitzvá.
(Basado en Beit ha Levi)
¡SE SUSPENDE PESAJ!
"Y lo celebraréis (Pesaj) como una fiesta para Hashem; a lo largo de las generaciones, como un decreto eterno, lo celebrarás" (12:14)
Por lo tanto, si "lo celebraréis como una fiesta para Hashem", si se lo celebra como un momento de redención espiritual, entonces "lo celebraréis como un decreto eterno", incluso en el más oscuro exilio.
"Pasaré por la tierra de Egipto esa noche, y golpearé a cada primogénito. Yo soy Hashem" (12:12)
"Pasaré por la tierra de Egipto esa noche": Yo, y no un ángel .
"Y golpearé a cada primogénito": Yo, y no un seraf.
"Yo soy Hashem": Yo soy El, y no ningún otro.
(Yalkut Shimoni 189)
¿Por qué hacía falta que el propio Hashem realizara el milagro de los primogénitos? ¿Acaso no podría haber enviado a un mensajero espiritual, a un ángel, en su lugar?
Todas las cosas existen primero en una forma superior y luego va descendiendo por todos los niveles de existencia, hasta que alcanzan nuestro mundo. Todos los entes existen en todos los reinos, pero en distintas formas. Por ejemplo, para nosotros el fuego es algo que arde, pero en los mundos superiores, el fuego deriva de las pasiones de los malvados. Por consiguiente, lo que percibimos como un milagro, a veces es producto de nuestra limitada perspectiva en este mundo inferior. Por ejemplo, cuando Abraham Avinu salió ileso de un horno ardiente, verdaderamente se trató de un gran milagro, pero solamente para nosotros. En los reinos superiores, siendo que Abraham Avinu se encontraba libre de las pasiones de las que deriva el fuego, el ente que corresponde al fuego no podía tocarlo, y por lo tanto su salvación no pareció un milagro en absoluto. Eso es lo que quiere decir cuando Gabriel, el ángel encargado del fuego, dijo "Descenderé y lo salvaré (a Abraham)". El descenso de Gabriel simbolizó que la naturaleza superior del fuego sería revelada en este plano inferior de la existencia.
No obstante, en Egipto, los judíos estaban tan sumergidos en la corrupción, que no correspondía que se los redimiera, ni siquiera según las normas del reino superior. Por consiguiente, únicamente Hashem era capaz de "derribar las puertas", vale decir, de alterar el curso de la naturaleza para que el pueblo judío pudiera ser liberado de su cautiverio. Y por ese motivo sólo Hashem, y no un ángel, podía realizar el milagro de la muerte del primogénito, liberando así al pueblo judío de Egipto. Un milagro, inclusive en el nivel más elevado.
"... y para todos los Hijos de Israel hubo luz en sus moradas" (10:23)
Nuestros Sabios nos enseñan que la "plaga" de la oscuridad que envolvió a Egipto no fue una oscuridad corriente, sino que fue una oscuridad tan intensa que "un hombre no pudo ver a su hermano durante esos tres días" (Rashí). La oscuridad era como una ceguera en la cual las personas se chocaban unas con otras. Esto fue seguido por otros tres días en los cuales la oscuridad fue tan espesa que "ningún hombre se levantó de su lugar - quien estaba sentado no pudo pararse, y quien estaba parado no pudo sentarse" (Rashí) Esta segunda oscuridad era palpable - como un gel inmovilizador. Durante todo este tiempo, la Torá nos dice que "para todos los Hijos de Israel hubo luz en sus moradas". Por qué la Torá especifica que la luz estubo "en todas sus moradas"?. Por qué no dice sólamente: " Los Judíos tuvieron luz", o "La oscuridad no afectó a los Judíos"?.
La oscuridad tiene dos peligros: 1) oscuridad trae consigo confusión - un poste puede ser confundido con una persona o viceversa, 2) temerosa de chocar contra una pared, una persona puede paralizarse en un estado de shock. Nosotros vivimos en una era de gran oscuridad espiritual en la cual las personas se chocan unas con otras en su ceguera. Tratan de encontrar un "guru" para obtener una elevación espiritual instantánea. No pueden diferenciar entre un poste y un hombre. Alcanzaron un nivel de completa inmovilidad espiritual, temerosos de caer en un pozo, se dieron por vencidos, se estancaron. Si están parados no pueden sentarse y si están sentados no pueden pararse. En estos tiempos de gran oscuridad, es el esplendor y la pureza de la casa judía y todo lo que hay en ella, que continúa brillando como un faro en un oscuro mundo.... "y para todos los Hijos de Israel hubo luz en sus moradas."
"Este mes será para ustedes el comienzo de los meses...." ( 12:2)
La santificación de la luna nueva es la primera mitzvá que Dos dió al Pueblo Judío en su conjunto. Y como es la primera, implica un aspecto fundamental de Israel. El Pueblo Judío es comparado a la luna (Sucá 29). Las otras naciones del mundo sólo pueden prosperar cuando sus perspectivas son claras, pero cuando su sol se oculta, se desvanecen en una sombra y oscuridad, para no ser vistos otra vez. La historia ha demostrado esto feacientemente. Pero no es así con los Judíos - Israel vive y prospera aún en la oscuridad más negra, y así como la luna, en el mismo momento que parece haber desaparecido, comienza otra vez a brillar.
Basado en Sefat Emet
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