Rav Avigdor Miller sobre la preocupación innecesaria
Pregunta:
Hablamos sobre los beneficios del sufrimiento. Si una persona sufre por preocuparse por algo, ¿tiene este tipo de sufrimiento también un efecto beneficioso?
Respuesta:
Ahora déjenme decirles algo. Hakodosh Boruch Hu nos proporciona suficientes pruebas y dificultades sin que las provoquemos nosotros mismos.
Entonces, si alguien, jas v'shalom, está acosado por preocupaciones que él no creó, está acosado por enfermedades que él no creó, entonces es una prueba de Hashem min haShomayim—del cielo y lo hará mucho mejor por el hecho de que es capaz de vivir rectamente a pesar de sus preocupaciones y a pesar de sus problemas.
Pero cuando alguien empieza a imaginar cosas y se acarrea preocupaciones irreales, o descuida su salud y se provoca enfermedades “artificiales”, no obtendrá ninguna recompensa por las pruebas que se ha impuesto. Al contrario, Hashem dice: «No quería que sufrieras en vano, y tu mismo te lo estás haciendo; por lo tanto, es un pecado que estés sufriendo».
Y, por lo tanto, cualquier tipo de sufrimiento auto inducido no merece recompensa alguna. Nuestro deber es cuidarnos, porque debemos tratarnos a nosotros mismos de la misma manera que tratamos a nuestro prójimo. ¿Puedes acaso causarle sufrimiento a tu prójimo? No, es un pecado. Así que tampoco deberías causarte sufrimientos a ti mismo. Y, por lo tanto, si lo haces, seguro que no recibirás recompensa. Al contrario, eres responsable de no cuidar de “esa persona” que está a tu cuidado, a tu cargo: tu propio cuerpo.
Recuerda tu nobleza
Las restricciones dietéticas de la Torá son en realidad, una señal de nuestra nobleza. Cada vez que comemos comida kosher, recordamos nuestra aristocracia. Esta semana me aseguraré de comer con dignidad, como corresponde a un ser humano creado a imagen de Hashem. Además, cuando pase por una tienda no kosher, reflexionaré sobre mi condición de hijo Elegido del REY DEL MUNDO y sobre mi elevación gracias a estas leyes dietéticas. Mi cuerpo es un Mishkán, un santuario para la Shejiná que habita en mi interior.