Rebetzin Tziporah Heller
Parasha semanal

Dando y recibiendo el amor que necesitas

Amor: Lo queremos más que nada en este mundo. Desde nuestra infancia, nuestra búsqueda por seguridad es cubierta por el calor del contacto de piel a piel… nuestra búsqueda por conexión y unión no acaba hasta el día en que fallecemos - e incluso el mom
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Amor: Lo queremos más que nada en este mundo. Desde nuestra infancia, nuestra búsqueda por seguridad es cubierta por el calor del contacto de piel a piel… nuestra búsqueda por conexión y unión no acaba hasta el día en que fallecemos - e incluso el momento que fallecemos es endulzado por la presencia de aquellos cercanos a nosotros Buscamos el amor por todas partes. Pasamos nuestras vidas comunicando su valor a través de medios de expresión humanos. Tenemos miedo de su poder y comúnmente escogemos no amar en lugar de ser vulnerables al dolor de la frustración o peor a veces… al rechazo.

Todavía recuerdo el deseo y el miedo que se activaba en el día de S. Valentín (el día de los enamorados): "¿A quién le daré mi Valentín? ¿Lo querrá? ¿Me mandarán algo a mí?".  Mientras vamos creciendo las palabras que carecemos de niños entran en nuestro diálogo interno. "¿Acaso alguien me amará realmente? ¿Puedo confiar en mi mismo lo suficiente como para amar a alguien sinceramente?".   Nuestra sociedad nos ha enseñado mal. Nuestra visión es arruinada por palabras que esconden engaño.

Nos convertimos en víctimas  constantemente. Queremos ser amados y dar amor, pero no sabemos cómo  hacerlo sin destruir en el proceso lo que más queremos  Examinemos la fuente de nuestra ambigüedad hacia el amor -- desde la fuente de la vida misma  LA FUENTE DE LA AMBIGÜEDAD La Torá nos dice que Adam, el primer hombre, fue creado a imagen y semejanza de D'os. Adam pudo haberse visto como alguien completo y sin tener la necesidad de buscar conexión o un significado. Pero el texto continua y dice que "no era bueno para Adam estar solo". Después aprendemos sobre la separación de Adam en dos entidades - el Hombre  (Ish) y la Mujer (Isha).

Lo que Adam carecía como individuo era la oportunidad de dar y recibir de una manera significativa. Después de la división, Adam es descrito  por el Talmud como la persona que perdió algo y no puede dejar de be buscarlo.  Pero la Torá no está dispuesta a permitir que la búsqueda se desintegre  en una búsqueda que tiene sólo una meta -- sólo ser amado. Debe haber  una meta adicional que impida que esto sea una fiesta caníbal - cosa que a veces ocurre.  Entonces, la Torá instruye: "Y el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su esposa".  Puesto que el primer ser humano no tenía padres, esta directiva es extraña. ¿A quién debía dejar? Nuestros Sabios dicen que debía dejar la  relación padre - hijo que tenía  La relación normal entre padres e hijos es que los padres dan y los hijos reciben. El amor que crece entre ellos es sorprendentemente  desequilibrado. Los padres aman a sus hijos mucho más de lo que los  hijos aman a sus padres. Hay un fallo inherente en la relación que causa  ?esta falta de equilibrio.

El amor nunca es el resultado de "tomar". Es el resultado de "dar". Cuánto más damos más amamos. Cuánto más amamos  más somos amados.  UNA RELACION SIGNIFICATIVA  Para que la relación entre un hombre y una mujer funcione, primero debe  ser definida como algo significativo. Cuando alguno de los integrantes añora ser el "bebé mimado" del otro, la relación fracasa.  La única respuesta a esto es un matrimonio en el cual ambas partes estén dispuestas a sentirse lo suficientemente vulnerables como para permitirse expresar amor al darse libremente. Este ideal es difícil de vivir en una sociedad donde Judy Seifer Ph.D. - quien fue la presidenta de la Asociación Americana de Educadores y Terapeutas de parejaso, les advierte a las mujeres: "Dejen sus expectativas de lado. Tomen conciencia de que este maravilloso hombre tuvo una vida muy ocupada antes de conocerlas... ustedes sólo son una parte de ella… enséñenle queustedes son una persona independiente". 

¿Qué es lo que ella está diciendo? No cuenten con nadie. Tengan expectativas bajas. No se humillen a si mismas amando a otro que no sean ustedes. Nos ponemos una armadura y nos protegemos de aquello que es lo que queremos más. No cometamos errores: La Torá reconoce que somos seres  imperfectos viviendo en un mundo imperfecto. Es por eso que mientras nos dice amar, también nos indica cómo preservar nuestra integridad emocional. Somos frágiles. Somos quebrados fácilmente con egoísmo y rechazo.  Entonces, ¿cómo la Torá nos da el equilibrio que necesitamos? 

LA RESPUESTA DE LA TORA:   Cuando un hombre conoce a una mujer con la cual quiere entablar una relación, debe darse cuenta de que él está encontrando aquello que ha perdido, aquello que ha estado buscando todo el tiempo. Pero al mismo  tiempo él no  puede pensar que esta búsqueda es como salir a "cazar". Cada mujer debe ser tratada como una persona. Sólo bajo esta base la relación puede llegar a ser genuina y él se hará uno con ella. 

Para que esto funcione, las mujeres también deben tomar una decisión. Deben decidir rechazar la noción social de que pueden ser amadas  honestamente, mientras que al mismo tiempo son la "presa" de una "caza". Las mujeres, al igual que los hombres, deben ser recatadas. Deben tomar la decisión de proyectarse a si mismas como verdaderos seres humanos… si es que quieren ser vistas como tal. El recato no es una obsesión. Es ser lo más humano posible.  Wendy Shalit escribió en la obra "El Regreso al Recato" (Free Press/ Simon & Schuster 1999)

"Esto se ha convertido en nuestra "Gran Montaña Rocosa" - el problema  del compromiso y el problema de la obsesión. Estos dos problemas han resurgido juntos por una razón. Una sociedad que ve a su recato u "obsesión" como un problema, es necesariamente una sociedad que no  logrará un compromiso". El tiempo ha llegado para una nueva orden en el mundo del amor. Debemos darnos cuenta de que nuestra vulnerabilidad es el punto que nos ayudará a romper las barreras que nos separan los unos de los otros. Debemos abrir nuestra vulnerabilidad, pues sólo entonces podremos vivir y amar sin miedo.

 



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