SI BUSCO, ALCANZO…
SI NO…
“en vosotros se bendecirá Israel” (Bereshit 48,20)
Iaacov Avinu, Alav Hashalom, el gran abuelo, bendice a sus queridos nietos. Están parados frente a él, con la cabeza gacha, las manos del abuelo sobre sus cabezas, “Y los bendijo aquel día, diciendo: en vosotros se bendecirá Israel, diciendo, que Hashem te coloque como Efraim y Menashe”.
Y explicó Rashi: cuando un padre bendiga a sus hijos, los bendecirá con esta bendición, y cada hombre dirá a su hijo: “que Hashem te coloque como Efraim y Menashe”.
Efraim y Menashe – grandes entre los grandes, que fueron merecedores y se elevaron hasta ser contados entre las tribus de Hashem… a pesar de pertenecer a la siguiente generación.
Y preguntó el rab “Emet Leiaacov” ztz”l, cuando un padre bendice a su hijo – no alcanza con bendecir que su hijo sea justo como el “Ben Ish Jai”, o como el gaon, el Maran Hajida, o como el “Or Hajaim” Hakadosh?
Y en verdad, si el padre bendice a su hijo para que sea como uno de ellos – podríamos decir que está pretendiendo “atrapar mucho”, y puede resultar ser una oración en vano. Y con más razón, si bendice a su hijo para que sea como el Haari Hakadosh, o como el Maran Habeit Iosef, rabi Iosef Karo ztz”l. Ni hablar sobre rabi Shimon Bar Iojai o sobre rabi Akiva…
Pero veamos que asombroso, Iaacov Avinu nos ordena bendecir a nuestros hijos para que sean como Efraim y Menashe, ni más ni menos…
¿Por qué?
Lo entenderemos - con un relato.
El justo, rabi Iaacov Arie Mardchimin ztz”l iba por el camino, y se encontró con un joven estudiante. Conversaban sobre temas de Tora, desde luego, y el rab le preguntó cuáles eran sus aspiraciones.
El joven contestó: yo no tengo puestos mis ojos en la grandeza, ojalá que llegue a ser un simple iehudi…
El justo clavó sus ojos en él, y le dijo: escucha, por favor, yo, en mi juventud, esperaba ser como el Baal Shem Tov ztz”l, y finalmente llegué a ser un simple iehudi. Y tú, si desde un principio sólo quieres ser un simple iehudi - ¿qué saldrá de ti?...
Esta es también la respuesta a nuestra pregunta: si un padre quiere educar a su hijo para que sea un hombre íntegro, como Efraim y Menashe, tiene grandes posibilidades de que su hijo sea un buen iehudi, que se encargue de dar muchas satisfacciones a sus padres. Pero si desde un principio, los padres se conforman con que su hijo sea un “iehudi simple”, y la educación que le brindan no resulta ser de lo mejor - ¡quién sabe hasta dónde llegará…!
Sobre la inversión en la formación de nuestros niños, podemos tomar el mensaje de un relato:
Iankele era un niño bueno. Era muy meticuloso en su estudio, aunque no fue bendecido con gran inteligencia. Frente a la falta de aptitudes, encontramos en él una férrea voluntad para estudiar, y repasar lo estudiado. De esa forma compensaba su carencia…
En su grado, llegaron a un punto difícil en la Guemara, y el rebe dijo: preparen el tema que sigue en sus casas, traten de entender, pueden pedir ayuda a sus padres o hermanos, o estudiar en grupos. Mañana veremos quién entendió y quién no…
Al día siguiente, la sorpresa del rebe fue ver la mano en alto de Iankele, justamente él…
-Vamos a escuchar, dijo el rebe.
Para el asombro de todos, Iankele dio una verdadera conferencia, muy clara sobre el tema en cuestión. También expuso dos introducciones muy necesarias, y de su boca todo salía con gracia y fluidez.
-Maravilloso, dijo el rebe. ¿Con quién preparaste la Guemara? Y esas dos introducciones, que seguramente no son de tu propiedad… ¿Tu padre te ayudó?
-No, contestó Iankele. Papá llega muy tarde a casa.
-Entonces, ¿con quién estudiaste?
-Lo llamé a rabi Moishe.
Con eso quiso decir que llamó a Rabenu, el Maran, legislador de la generación, el gaon, rabi Moshe Fainshtein ztz”l.
¡¿Qué?!, preguntó el rebe.
Iankele no entendía: también cuando a papá algo se le hace difícil o necesita saber una Halaja (Ley), él lo llama a rabi Moishe. Papá dice que rabi Moishe sabe todo. Entonces lo llamé, y le dije que el rebe quería que prepare una Guemara, y no la entendía. El me preguntó cuántas veces la estudié, y le contesté que fueron tres veces, y todavía no la entendía. Se alegró y me dijo que después de haber estudiado la Guemara tres veces, ahora sería más fácil de entender. Pero, que para entenderla, hacía falta saber dos introducciones. Y me las explicó, y me pidió que las repita, me corrigió, hasta que las supe bien. Y entonces, me enseñó muy lentamente, hasta que pude captar todo el estudio, y finalmente me elogió mucho…
Los ojos de sus compañeros saltaban de envidia, y el rebe no sabía qué hacer con su propia alma, de tan confundido que estaba. Después de la clase subió a la Ieshivat “Tiferet Ierushalaim”, a disculparse por el pequeño alumno que molestó al legislador de la generación…
Rabenu sonrió: ¿usted se refiere al dulce niño que me llamó ayer? ¡Que se multipliquen como él en Israel! El niño tenía tantos deseos de saber, y el que quiere saber, finalmente sabrá…
Pero no debía haber molestado al rabino…
¿Por qué piensa así? ¿Acaso usted no es un maestro de niños? Nuestra obligación es responder a todo el que pregunte, de acuerdo a su nivel y a su entendimiento. Sea un rabino, un juez o un ignorante, sea mayor o sea un niño…
Traducido del libro Vehaish Moshe, Vaiagued Moshe.
Leiluy Nishmat
Israel Ben Shloime z”l
Lea (Luisa) Bat Rosa Aleha Hashalom
Iemima Bat Abraham Avinu Aleha Hashalom