Adaptación Rav Gabriel Guiber
La Hoja

Vaieji-20

B”H EL TESORO “PESADO” Issajar, como un burro con huesos fuertes... (Bereshit 49,14) Como un burro con buenos huesos, que lleva la carga de la Tora como el burro fuerte al que le colocan encima una pesada carga. Y anda de día y de noche, porque no tiene un lugar fij
First slide

B”H

EL TESORO “PESADO”

Issajar, como un burro con huesos fuertes... (Bereshit 49,14)

Como un burro con buenos huesos, que lleva la carga de la Tora como el burro fuerte al que le colocan encima una pesada carga. Y anda de día y de noche, porque no tiene un lugar fijo para descansar, por eso, descansa con su carga a cuestas, en los límites de las ciudades (Rashi).

El Jafetz Jaim, escribió en su libro “Shem Olam”, algunos consejos prácticos para nuestro estudio de la Tora, que los aprendemos de la bendición que Iaacov Avinu le da a su hijo Issajar.

Encontramos aquí, la forma en la que se debe conducir un estudioso de la Tora, que tiene la obligación de estudiar tanto de día como de noche, sin preocuparse ni por descansar ni por los placeres del mundo material.

Este Talmid Jajam, puede descansar “un poquito” cuando termina de estudiar un tratado de la Guemara, y, como es la costumbre, hará una fiesta para honrar a la Tora. Y ahora, ya está preparado para retornar y comenzar a estudiar otro nuevo tratado, estudiando de día y de noche, de la misma forma que el burro se comporta con su carga, que hasta duerme con ella.

Y esto es lo que dijeron Jazal (Tratado de Avoda Zara, hoja 5): la persona debe poner siempre las palabras de Tora sobre sí mismo, igual que el toro hace con el arado, igual que el burro con su carga. El toro fue creado para arar la tierra, arrastrar el arado. Esta parece ser la condición, ya que mientras arrastra el arado, también se va alimentando, comiendo de los pastizales, y esta tierra después brindará sus frutos. Es una condición recíproca, el hombre hace trabajar al toro y mientras trabaja, cobra su salario, comiendo. El resultado de esta combinación son los frutos que la tierra dará más tarde.

La misión del burro es transportar la cosecha después de que creció y fue extraída  de la tierra. Y así, salvando las diferencias, debemos ocuparnos del estudio de la Tora. Primero hay que “ocuparse”, esforzándonos para comprender las palabras de la Tora. Más tarde, cuando las cosas ya están más claras, llegó el momento de trabajar con la Tora, y hacer que esas palabras lleguen al corazón, como decimos todos los días en el Keriat Shema, ¿y esto para qué?, ya nos advierte la Tora que si no hacemos así corremos el riesgo de que, lo alenu, estas palabras se escapen de nuestros corazones, por eso, repasando y volviendo a estudiar, además de aprender cada vez más, no corremos el peligro de olvidar...

La bendición para Issajar continúa, hablando del descanso y de la pesada carga que lleva. Y preguntamos, ¿cuál es la carga tan pesada para los que estudiamos la Tora? La Tora es dulce como la miel, ¿puede ser una carga pesada? El Jafetz Jaim nos trae un ejemplo sobre esta pregunta, y cuenta sobre un hombre rico, vendedor de piedras preciosas, que viaja hacia una tierra lejana para comprar su mercadería.

Llevó gran cantidad de dinero para hacer sus compras, y tenía separada una parte que estaba destinada al viaje de ida y vuelta. Llegó a destino y usó todo el dinero que trajo invirtiendo en piedras preciosas, y sólo le quedó el dinero destinado para el viaje de vuelta.

Ya estaba emprendiendo el regreso, cuando lo intercepta uno de los vendedores del mercado para ofrecerle un gran negocio. Le explica que está muy necesitado de dinero, por lo que le ofrece unas piedras magníficas a un precio increíble, es la gran oportunidad para concretar el mejor negocio de su viaje.

Pero nuestro comerciante ya usó todo su dinero, y le explica que ya no le queda dinero para hacer más compras. El vendedor le pide que aunque no pueda comprar las piedras, que al menos las vea, para entender de lo que estaban hablando, así comprobaría que nunca en la vida había visto piedras semejantes...

Y efectivamente, al ver las piedras, el hombre quedó maravillado, las piedras eran muy valiosas, y el vendedor, por su necesidad las vendía a un precio muy bajo.

Ahora estaba confundido, por un lado era una tontería desperdiciar este negocio, pero, por el otro, si le compraba las piedras, ¿cómo haría para solventar los gastos del viaje de regreso? Después de pensar un rato, llegó a la conclusión de que era imposible dejar pasar la oportunidad, y con el viaje se podía arreglar con algunas “privaciones”, que de todos modos serían temporarias.

Usó el noventa por ciento del dinero destinado al viaje para las piedras, y sacó un boleto “clase turista”, en lugar de su acostumbrada “primera clase”. Cuando llegaron al primer lugar de descanso, no alquiló una pieza en el hotel de lujo ni tampoco encargó los manjares de siempre. Durmió en las habitaciones destinadas a la gente pobre y comió con ellos. En una de las paradas, se encontró con un amigo que le preguntó: ¿sos vos?, ¿vos sos el hombre millonario que yo conozco?

-Sí, soy yo, contestó. -Entonces, ¿qué hacés entre la gente pobre?

Vos sabés muy bien cuánto puede sacrificarse un hombre para ganar unos pocos pesos. Ahora, todo el sufrimiento que estoy pasando, me permitirá ganar varios millones. Y le contó el negocio que pudo concretar con la plata destinada al viaje de regreso. Al finalizar el relato le mostró las piedras, y al verlas dijo: puede ser, realmente puedo entender que la compra era obligatoria, lo que no puedo entender es cómo podés soportar estas terribles penurias, cómo podés viajar en esta forma tan incómoda!

-En verdad, contestó el vendedor, por momentos tengo esos pensamientos, pero recupero la alegría abriendo la caja y observando las piedras...

Lo mismo ocurre con nosotros cuando nos resignamos a determinados, digamos “placeres” de este mundo para conseguir más Tora y más buenas acciones, que son las piedras preciosas más grandes y valiosas que podemos encontrar aquí. Y sobre esto ya está escrito en el Pirke Avot: así es el camino de la Tora..., donde quiere enseñarnos cómo conducirnos en estos días contados en el Olam Haze, en la forma más sencilla posible en cuanto a comida, bebida y vivienda, de acuerdo a la importancia que merecen.

Así, estaremos en condiciones de adquirir nuestra parte de Tora, que será mejor que cualquier bien material. Y a cambio de ese posible sufrimiento en el Olam Haze, conseguiremos satisfacciones y placeres que perdurarán eternamente.

Y aunque podemos asegurar que el alma, tan espiritual, acepta plenamente este gran negocio, ya que en un tiempo corto (para el alma) la mercadería adquirida fue comprada a un precio muy bajo, de todas formas, nuestra parte material, no del alma sino nuestro pensamiento natural, se opone a este tipo de negocios que demandan sacrificios por adelantado.

Para inclinar la balanza hay que pensar y mucho en lo que el esfuerzo para conseguir Tora y buenas acciones sirve tanto para el alma como para vencer al instinto del mal. Así lograremos que este esfuerzo no sea una carga, como dice el pasuk: veremos el descanso que es bueno, ese es el Gan Eden que nos espera, en premio a nuestro esfuerzo.

                                           Lekaj Tov.

 

Leiluy Nishmat  

Alberto Abraham ben Amalia z”l

 

 



Articulos Relacionados

Inscribite
Contactanos